La magia que envuelve desde hace casi doscientos años a la tienda de Lhardy, situada a pie de calle en la Carrera de San Jerónimo y a pocos metros de la puerta del Sol, merece la pena vivirla tanto si eres madrileño como si estás de paso por la capital durante estos días. Siendo el origen de lo que más tarde daría paso a uno de los restaurantes con más historia de España, esta tienda ha sido durante casi dos siglos el escenario perfecto para disfrutar de una ceremonia de aperitivo única que puede comenzar al calor de un consomé servido directamente de su samovar (mejor añadiendo el toque único que le aporta el vino de Jerez, bien sea con una chispa de Fino, Manzanilla o Palo Cortado), acompañado de unas deliciosas croquetas de cocido que se encuentran cobijadas en un singular croquetero de plata para conservar la temperatura perfecta.
Además del ritual en torno a su consomé, que mantiene la receta original que Emilio Lhardy trajo de Francia en 1837, en la tienda del establecimiento pueden encontrarse en sus elegantes imponentes de mármol desde una fina pastelería de inspiración francesa, hasta otras especialidades de la casa pensadas para consumir al momento. Entre las imprescindibles, destacamos: sus míticos hojaldres de salchicha trufada, bonito, anchoa, ternera o queso y sobrasada; las barquetas de riñones o de ensaladilla; la tabla de queso; el bocatín de calamares; el salmón ahumado de Pescaderías Coruñesas con huevo hilado; las ostras Spéciales de Claire, el salpicón de marisco, los boquerones en vinagre o los blinis de caviar, entre otras.
Como novedad, para los sabores de este templo de la alta gastronomía a los hogares madrileños, Lhardy acaba de incorporar la posibilidad de pedir a domicilio -o recoger en la propia tienda- algunos de los platos más emblemáticos del restaurante, como sus afamados callos, el pâté en croûte, el solomillo Wellington con patatas a la inglesa, el lenguado Evaristo al Champagne o el mítico cocido Lhardy, uno de los platos más icónicos de la ciudad. Además, en este espacio también se pueden adquirir diferentes productos gourmet, ideales para regalar en estas fechas como como mermeladas caseras, turrones, dulces típicos, aceite de oliva virgen extra, vinos y destilados, como la ginebra Lhardy Dry Gin. Sin olvidarnos del roscón de Reyes.
En definitiva, entrar en la tienda de Lhardy es viajar en el tiempo y disfrutar con mucho charme los pequeños y grandes placeres de la gastronomía a través de productos y elaboraciones clásicas. Además, el espacio -completamente renovado, pero manteniendo su esencia elegante y tradicional- es ideal para hacer una parada en estas jornadas de compras por el centro. Muy recomendable para tomar el aperitivo o tapear con amigos y familia, saboreando productos y bebidas de la mejor calidad.
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