Repsol, como otras petroleras que se ubican alrededor del mundo, ha cerrado el ejercicio de 2022 con resultados brillantes y un excelente comportamiento en Bolsa. El alza de los precios de los hidrocarburos en un mercado convulso, marcado por la invasión de Ucrania por Rusia, que se ha convertido en una guerra que acerca a una duración de un año, ha favorecido a las compañías del sector, si bien con relevante volatilidad en los precios.

En ese contexto, la compañía que preside Antonio Brufau ha logrado el mejor año bursátil de su no larga historia en Bolsa con un alza del 42,24%, hasta los 14,85 euros por acción. Es una evolución más alcista que sus competidoras y ha sido además el tercer mejor valor del Ibex por revalorización bursátil. En la primera sesión de este año mantiene la tendencia positiva y supera los 15 euros por título. El consenso de analistas recomienda comprar en un 79% y mantener en el 21% restante.

Ahora la pregunta que surge entre los inversores se enfoca al comportamiento previsible para 2023. Y al igual que para otras empresas del sector los expertos destacan que se perciben aspectos positivos y negativos, pero con mayor peso de las interrogantes ligadas a la evolución del conflicto en el este de Europa, la inflación, la subida de los tipos de interés, la recesión mundial, que ratifican los organismos internacionales, y las noticias confusas que en la actualidad llegan de China.

No obstante a corto plazo estiman que el precio del oro negro se mantendrá con una cierta fortaleza, lejos de los máximos alcanzados en 2022 pero con capacidad para no perder la barrera de los 80 dólares el barril. En las últimas jornadas del recién acabado año, el Brent ha superado la tendencia bajista anterior, y cotiza en el entorno de los 85 dólares. A la espera de las decisiones de la OPEP y sus aliados en este mes, la decisión de Putin ante las medidas de para castigar el comercio de crudo ruso han añadido presión a la industria petrolera.

De la multinacional española, los analistas destacan el desarrollo del plan estratégico, que se focaliza a la diversificación de la estructura productiva del grupo con el objetivo de crecer en las actividades y tecnologías no contaminantes. Es un factor que la da fortaleza para mejorar resultados y aportar más valor a sus accionistas. La principales agencias de rating han mejorado las perspectivas para la compañía que dirige Josu Jon Imaz a largo plazo.

Con la meta de emisiones netas en 2050, Repsol destinará el 45% de su capital empleado a iniciativas bajas en carbono en 2030, entre ellas alcanzar 20.000 megavatios de energía renovable para convertirse en un actor global en energía renovable. En el proceso de transformación, incluye la conversión de sus complejos industriales que están ligados a las refinerías y también alcanzar ocho millones de clientes 100% digitales en 2025.