El Papa ha reivindicado la «búsqueda apasionada» de Benedicto XVI por comunicar el Evangelio y ha instado a la Iglesia a «seguir sus huellas» en el funeral que ha presidido en la plaza de San Pedro del Vaticano, ante decenas de miles de fieles, y con el que se cierra una etapa insólita de convivencia de dos pontífices en el Vaticano.
«También nosotros, aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida», señala el Papa en la homilía de la misa que ha concelebrado junto a 120 cardenales, cerca de 400 obispos y casi 4.000 sacerdotes.
Ante el altar, estaba situado el féretro de ciprés que contiene los restos mortales del Papa alemán, con algunos objetos personales de su pontificado, y las primeras filas estaban ocupadas la que fue su familia durante los últimos años- su secretario, Georg Gänswein y las consagradas de la Memores Domini que se han dedicado a su servicio.
Francisco ha citado hasta en cuatro ocasiones algún texto del Benedicto XVI, como su primera encíclica, ‘Deus caritas est’, publicada el 25 de diciembre de 2005, o la misa de inicio de su Pontificado en abril de 2005: «Apacentar quiere decir amar, y amar quiere decir también estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia»; «Es la conciencia del Pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado».
En la ceremonia, en la que las lecturas del Evangelio han sido en inglés, español e italiano, ha participado Sofía de Grecia en representación de España, acompañada por el ministro de la presidencia, Félix Bolaños y la embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá.
No es la primera vez que un Papa participa en el funeral de otro; en 1802, Pío VII recibió los restos mortales de Pío VI, fallecido en el exilio en Francia en 1799 y asistió a la solemne misa funeral en San Pedro.
El Papa Francisco ha rezado unos segundos ante el ataúd de Benedicto XVI antes de fuera introducido de nuevo en la basílica de San Pedro para su traslado a la cripta situada bajo la basílica de San Pedro. Tras el funeral, ha entrado en la cripta donde está enterrado su antecesor, y que era la tumba de Juan Pablo II (desde su santificación, se encuentra en una capilla del Vaticano).
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