Inmortalidad de la infancia

27/01/2023

Miguel Ángel Valero. "Solo miro al pasado para ver si encuentro en él algunas respuestas a las preguntas que tengo en el presente", explica Máximo Huerta en "Adiós, pequeño".

‘Adiós, pequeño’, la obra con la que Máximo Huerta ha ganado el Premio de Novela Fernando Lara 2022 (que concede Planeta con el patrocinio de Fundación AXA), dedica 280 páginas a «esos recuerdos que no sabes si lo son o los has escuchado en alguna conversación».

Cuenta que «desde aquel primer recuerdo se han amontonado muchos», y eso que «de los buenos momentos no guardo fe notarial». Que «vienen los recuerdos y se esfuman con otros», para descubrir que «la inmortalidad solo reside en la infancia».

Huerta avisa que «el tiempo convierte en leyenda los recuerdos verdaderos», porque «ayer es hoy y hoy no responde a aquel ayer».

La novela plantea que «nadie se recupera nunca de sus calvarios», mientras su autor añora «esa presencia firme que solo ofrece el amor», para terminar preguntándose si esos «años muertos que rememoro, ¿vale la pena recordarlos?».

Se contesta: «como no soy río, puedo volver atrás», los recuerdos «si no los cuento yo, se perderán», «vuelven como cada año las primaveras», «se van desvaneciendo, los escribo para que se queden». Los recuerdos son «viajeros del tiempo», pero también «trastos inservibles que no caben en otro lugar». Y además hay «recuerdos ajenos que hago míos»

Pero también que «el tiempo pone las cosas en su sitio. No siempre, solo a veces». «Es gracioso cómo la memoria va y viene. El viaje al pasado tiene mucho de mágico», insiste Máximo Huerta, que proclama que «en el pasado está todo cuanto necesitamos».

«Solo miro al pasado para ver si encuentro en él algunas respuestas a las preguntas que tengo en el presente», explica.

«Los recuerdos son como las cerezas: uno trae otro, enredado, sin venir a cuento, sin permiso», señala, «Qué complicado es visitar el pasado, Y qué innecesario», se queja. Porque «perseguir el pasado es algo terrible, doloroso». «Nos empeñamos en pensar que la memoria es una tarta de cumpleaños que se puede compartir, y no es así», advierte. «No todo está en la memoria, desaparece como las aguas sucias por los desagües», recalca.

«Son las palabras que se quedan las que quisiera saber», apunta, para, unas pocas páginas después, afirmar: «quién pudiera no caer en el recuerdo». «Engañosa es la memoria, pero lo es más la mentira», avisa. Y es que «la palabra aparece porque ya estaba escrita, con el recuerdo dormido». Por eso, «las palabras que nos gustan debemos decirlas antes de que dejen de tener sentido«.

Máximo Huerta recuerda unos versos de Joan Margarit: «Destruido ya el pasado, no cesamos de intentar reconstruirlo, igual que un caserón. Pero hoy allí no vive nadie».

El autor defiende que «ha sido mejor la desmemoria», la «amnesia». «El olvido permanece», mientras «el recuerdo salta como los grillos, inesperado, asilvestrado, desnortado». «La memoria es un buque hundido, con las bodegas llenas, desparramadas, pero en su sitio», argumenta.

«Es tarde para todo, Incluso para arrepentirse», remarca Máximo Huerta, que descubre que «nací cuando mis padres no se querían». Por tanto, «mi madre habría sido más feliz si yo no hubiera nacido».

¿Te ha parecido interesante?

(+1 puntos, 1 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.