La exposición a contaminantes aumenta alergias alimentarias y problemas cardiorrespiratorios

26/01/2023

diarioabierto.es. Cada vez hay más evidencias científicas de consecuencias sobre la salud.

La exposición a factores medioambientales contaminantes está detrás del aumento de las alergias alimentarias y las patologías cardiorrespiratorias que experimenta la población infantil y adulta, según han advertido los expertos participantes en la primera jornada del ‘I Encuentro Internacional sobre Salud y Enfermedades Medioambientales’, que reúne hasta este viernes a más de un centenar de profesionales de diferentes sectores en el Hospital HM Nou Delfos de Barcelona.

Según ha informado HM Hospitales a través de un comunicado, el objetivo de debatir sobre cómo estos contaminantes pueden influir en el desarrollo de nuevas patologías en el futuro o del incremento en la incidencia de trastornos ya conocidos. Asimismo, se trabajará en el diseño de nuevos protocolos de diagnóstico y abordaje.

Uno de los temas que más preocupa a estos especialistas son las consecuencias futuras que la exposición a determinados factores medioambientales va a tener en la salud humana, pues cada vez hay más evidencia científica que lo constata.

En este sentido, preocupan los efectos que los contaminantes ambientales con actividad hormonal puedan tener en la salud de la mujer, pues ésta es especialmente sensible al tener un sistema hormonal más complejo. Se trata de sustancias presentes en productos que se utilizan en profesiones desarrolladas fundamentalmente por mujeres (cosmética, perfumes, limpieza, menaje de cocina…), aunque también pueden encontrarse en plásticos de botellas, tuppers, pesticidas, etc.

«Existe un vínculo entre algunos derivados del petróleo y nuestra salud, pues interfieren en la producción de hormonas y el metabolismo humano. Son los disruptores endocrinos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente, hay unos 800 compuestos químicos sospechosos de causar este efecto», ha resaltado Nicolás Olea, catedrático de la Universidad de Granada, que ha presentado la ponencia ‘Hijas del petróleo’.

El hecho de que sea la mujer la que está más expuesta en general a este tipo de productos hace que pueda transmitirlos a sus hijos a través de la placenta, el cordón umbilical o la leche materna, lo que podría favorecer la aparición de asma, trastornos de déficit de atención o hiperactividad en los niños y, a la larga, contribuir al desarrollo de obesidad, diabetes mellitus tipo 2, hipotiroidismo, trastornos reproductivos o la aparición de tumores.

«Las posibilidades que tiene una mujer de transmitir a su bebé los elementos contaminantes a los que ha estado expuesta son del 100 por cien», ha destacado el doctor Olea.

Una investigación liderada por la doctora Carmen Freire, investigadora del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, ha analizado la orina de más de 1.500 niños de entre 7 y 11 años de poblaciones rurales y urbanas de Asturias, Guipúzcoa, Sabadell, Menorca, Valencia y Granada midiendo la concentración de cuatro metabolitos de insecticidas organofosforados (incluyendo clorpirifos y diazinón) y piretroides, además de fungicidas ditiocarbamatos (como mancozeb).

Las niñas que presentaron una mayor concentración urinaria de residuos de fungicidas e insecticidas organofosforados presentaban probables signos de haber iniciado la pubertad, sobre todo, en lo que se refiere al desarrollo de las mamas.

Por su parte, los niños que daban muestras de haber empezado el desarrollo genital presentaban concentración de los insecticidas clorpirifós y piretroides.

La doctora Paula Sol Ventura, cofundadora de Kosma Observatory y especialista en Endocrinología Pediátrica en el Hospital HM Nens de Barcelona, ha impartido la conferencia ‘Huella medioambiental de los patrones alimentarios’, en la que ha asegurado que «esta huella, por su propio ciclo de vida, supone un riesgo para la salud humana y algunos riesgos para el medio ambiente y la economía mundial».

«En lo que se refiere a la salud, los distintos tipos de malnutrición y enfermedades no transmisibles son algunas de ellas. La paradoja de esta situación reside en que mientras, aproximadamente, existen 800 millones de personas que sufren hambre en el mundo, al mismo tiempo hay 680 millones de personas con obesidad, con lo que esto conlleva», ha remachado.

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