¿Dónde está el dinero que ya se ha entregado? ¿Está en una cuenta corriente? ¿Está previsto utilizarlo más adelante? ¿Se ha usado ya para ayudar a las pymes? ¿Se ha traspasado a las regiones? ¿En qué orientaciones?

Todas estas preguntas y muchas más podrían ser las que hubiera planteado en una rueda de prensa un periodista normalito a algún miembro destacado del área económica del Gobierno para indagar qué se ha hecho con los fondos europeos que han llegado hasta ahora. También hubiera sido deseable que fueran preguntas formuladas por algún diputado o senador en esas lóbregas sesiones de control de ambas cámaras.

Pero no es así, las preguntas las ha lanzado al aire la presidenta de la Comisión de Control Presupuestario del Parlamento Europeo, Monica Hohlmeier que vendrá a España entre el 20 y el 22 de febrero para preguntar al Gobierno y a quienes puedan aportar alguna información sobre el uso que se está dando a las remesas de fondos europeos y sobre los que no han obtenido información oficial alguna.

Lo grandioso de este asunto es que el Ejecutivo comunitario, la Comisión, también se llama andanas a la hora de dar explicaciones sobre lo que le haya podido contar el Gobierno español, con lo que la perplejidad del Parlamento Europeo es aún mayor, comparable sólo con la de los ciudadanos españoles, ayunos de noticias concretas sobre los fondos y ahítos de enunciados grandilocuentes sobre ellos. ¿No es razonable que los europeos se interesen por el destino de su dinero en uno de los países que más fondos van a recibir? ¿No es lógico que quienes primero conozcan el destino y la eficacia de los recursos sean quienes han puesto el dinero?

Entre las preguntas de la señora Hohlmeier hay alguna envenenada y que tiene que ver con lo que hasta ahora pasaba por una malevolencia entre la gente enterada de España. Es esa que se refiere a si está previsto utilizar los dineros más adelante. Hace ya unos meses, circulaba por algunos foros que el Gobierno estaba embalsando el dinero europeo para disponer de él en un plan de choque en un año en el que todo esfuerzo será muy bien considerado por los electores. Uno quisiera creer que es, como decía, una malevolencia, pero la eurodiputada alemana debe temer algo menos piadoso.

Que personas de negro, de gris o de azul cielo vengan a España (o a cualquier país de la Unión Europea) a obtener información directa sobre cuestiones, no solo económicas, que atañen a la propia Unión, va de soi.

Que vengan comisarios a interrogarnos sobre la calidad de nuestro Estado de Derecho, como ya ha sucedido, es francamente bochornoso. Que parlamentario europeos vengan a exigirnos respuestas que no damos de buen grado, es igual de grave.

Europa nos interpela, como es su deber. Somos nosotros los que no hacemos los deberes.