Ya sabemos que no. (La rebelión de los analistas)

02/02/2023

Hernando F. Calleja.

El pasado 27 de diciembre publiqué en estas páginas un artículo titulado ¿Sabremos alguna vez cómo fue la economía en 2022? Y me respondía a mí mismo Sinceramente, creo que no. Hoy, poco más de un mes más tarde, la respuesta es mucho más categórica. No, no lo sabremos. Y dados los problemas estadísticos generados por el magreo de las cifras por parte del Gobierno (PIB, Paro, IPC, como más significativas) tampoco lo sabremos en 2023.

Durante toda esta semana no han dejado de publicarse en la prensa diaria las opiniones de significados analistas económicos en torno a las cifras oficializadas por el Ejecutivo. Prácticamente ninguno objeta que se hagan cambios que acerquen los indicadores lo más posible a la realidad. Lo que lamentan y no disculpan es que se hagan en determinadas circunstancias, con opacidad y quebrando la posibilidad de enlazar unos análisis con otros.

En este mismo enero se ha vuelto a alterar la composición de otro indicador, en este caso el IPC, incorporando en el índice energético los precios del mercado libre, ya que sólo se incluía la tarifa regulada. Pues bien, voy a citar textualmente un texto publicado en twitter  por Miguel Sebastián, un analista serio y  recuerdo que fue ministro en un gobierno del PSOE a los solos efectos de señalar que no es un antisocialista recalcitrante. Dice Sebastián al respecto: ”Este cambio metodológico se debería anunciar ANTES de publicar el dato. Los datos no son vuestros, son de los ciudadanos“. Y añade a continuación: “Hacéis el cambio justo cuando la PVPC baja intensamente, pero la tarifa libre sube. Cuando la PVCP subía intensamente y la libre no, no lo cambiasteis. Al menos, deberíais publicar cuál sería el dato del IPC con la metodología antigua para que podamos enlazar las series”. 

Un ejemplo más, este referido al simplismo acuñado por Calviño de que el PIB oculta parte del crecimiento, con ese pie forzado de que si se ha creado tanto empleo y crece tanto la recaudación fiscal, ¿cómo es que no aumenta más el PIB? Explica Manuel Alejandro Hidalgo, doctor en Economía y profesor universitario, algo que es bastante sencillo de entender. “La intensidad laboral ha caído”. Esto significa que ha aumentado más el número de ocupados que el número de horas trabajadas, debido a factores como los ertes, el teletrabajo, la contratación indefinida a tiempo parcial, que han incidido en la productividad.

Y ya, por agotar el argumentario, como señalaba esta semana mi colega Jesús Martín Pérez, a pesar de que los contratos indefinidos han aumentado el año pasado el 232 por ciento, no es menos cierto que en 2022 se firmaron 18,31 millones de contratos y de ellos seis de cada diez tuvieron carácter temporal. Y un dato aún  más revelador. Por cada persona que salió de las listas de paro se firmaron  68 contratos. En 2021 bastaron 25 contratos.

Creo que son muestras muy elocuentes del birlibirloque que el Ejecutivo ha montado con las cifras económicas, que no solo están para saciar la insana curiosidad de algunos yonquis de la estadística, como un servidor, sino para saber a qué atenerse todos aquellos que toman decisiones de alcance económico y político. Difícilmente podemos mejorar lo que nos pasa si no tenemos una información cabal de lo que nos pasa.

El Gobierno debería respetar más a los analistas económicos, facilitando datos verdaderos y no trampantojos para mejorar su imagen. Y la oposición debería prestar atención a estas cuestiones y plantearlas políticamente con solvencia y seriedad y no dedicarse a las naderías a las que nos tiene acostumbrados.

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