Demasiada molestia sería comprobar las contradicciones en que han incurrido buena parte de nuestros conspicuos políticos gobernantes, incluidos los que están en vías, dicen ellos, de comenzar a gestionar nuestros impuestos antes de que concluya el actual ejercicio.

Faltaría más. Grosso modo, unos y otros se dan la mano a la hora de decirnos un día blanco y dos después negro, como si la  escala de grises hubiera desaparecido de la guía de colores -los pantones- creada en su día para dar a conocer  “un lenguaje cromático universal”.

Si alguien, protagonistas y asesores, que los hay para dar y tomar dicen algunos, los contrarios, claro, si alguien, digo, se hubiera molestado en enterarse de que hay algo más de dos mil colores en el catálogo de los pantones, es posible que hubieran elegido una tonalidad diferente al blanco o al negro para afirmar, aseverar, lanzar a los cuatro vientos, reiterar, garantizar… que este o aquel principio, acuerdo o cuestión era intocable.

Inocentes criaturas nosotros los mortales. Ellos, menos mal que no todos, parecen estar en el Olimpiada alimentándose de ambrosía. De la mitología griega hemos llegado -al menos eso parece- a la mitología hispana, tanto en su versión global como particular. Porque se nos mire por donde se nos mire, parece haber diosas y dioses en no pocas comunidades autonómicas, unas y unos pidiendo consultas a la ciudadanía, otras y otros asegurando que es mejor rebajar impuestos a los inversores extranjeros antes de subir el sueldo a los médicos…

Delicioso panorama el que tiene frente a sí el ciudadano de a pie, ese que lejos de consumir ambrosías y néctares llega con dificultad a fin de mes o tiene que prescindir de  algún capricho, como las gambas congeladas en el arroz, para compensar la subida de precios y la inflación, lo mismo me da que sea la interanual que la subyacente.

Una visión tan optimista como la expuesta lleva a una pregunta de complicada respuesta. ¿A quién voto yo? Tengo para elegir: un duplex más o menos en mayo y otra convocatoria para el otoño, que parece como si hubiera suspendido en junio y aunque ahora eso de los exámenes de segunda vuelta hayan caído en el olvido.

La pregunta tener en cuenta y reflexionar sobre ella, es preguntarse interiormente un par cuestiones. La primera, obvia, ¿quién ha mentido más?. La segunda, igual de evidente, ¿quién ha mentido mejor?

Incluso puede hacerse alguna que otra distinción por mucho que a uno le tachen de lo que le puedan tachar, que le da lo mismo. ¿Hombre o mujer? ¿Mujer u hombre? Lo malo o lo bueno es que de acuerdo con las particulares condiciones de cada cual, habrá habido políticos/as, políticas/os, que hayan convencido con su manera de contar sus contradicciones. Y los habrá también que sus mentiras verdaderas o sus verdaderas mentiras, según se quiera observar el paño, hayan calado en las almas, cándidas o no, que se embelesan con un verbo fácil o cálido, o lo que ustedes quieran.

El primer principio de termodinámica viene a decir que la energía no se crea ni se destruye; se transforma. O dicho de otra manera, que el calor va siempre del cuerpo más caliente al que tienen una menor temperatura. Esta transferencia de calor no se produce nunca en sentido contrario y, en consecuencia, traducido el principio termodinámico al román paladino, igual resultaría un bombazo el hecho de que, unidos los esfuerzos de los ciudadanos votantes, ya sea en primavera o en otoño, pudiéramos, con la suma de energías y de calor, lanzar al espacio sideral, sin posibilidad de retorno, a todos aquellos que nos han estado contado milongas. Milongas, patrañas, paparruchas o cuentos orientales, según se prefiera, que han mermado su fiabilidad.

Si esto pudiera suceder o sucediera, dios no lo quiera, igual nos quedamos sin personal a quien votar. Y tendríamos un otro problema de igualmente complicada solución. Aunque sospecho que también hay mucho personal de ideas fijas que en vez de analizar la gestión realizada deposita una papeleta en la urna porque no reflexiona o le gustan los cuentos de hadas.