Hacienda tendrá que dar explicaciones. Una sentencia trascendente

08/02/2023

Hernando F. Calleja.

Los contribuyentes españoles ya tienen una santa a la que encomendarse. Aunque, bien mirado, no voy a citar su nombre no vaya a ser que incomode su modestia o, aún peor, que ponga en riesgo su carrera tal y como están las cosas en el Poder Judicial.

El caso es que el Tribunal Supremo acaba de rectificar el atávico axioma de que todo contribuyente es un defraudador, a menos que demuestre lo contrario. Y lo ha hecho cargándose de razón frente a los artificios creados por el Ministerio de Hacienda desde tiempo inmemorial para confundir valor y precio en cualquier transacción que afecte a bienes inmuebles.

El Alto Tribunal exige a la Agencia Tributaria que justifique las tasaciones que realiza al calcular la base imponible que aplica forzosamente a varios impuestos afectados por una compraventa o una cesión de un bien inmueble, como son el  IRPF, Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Sucesiones y Donaciones, Patrimonio o Plusvalías Municipales.

Será ahora Hacienda la que tenga que motivar la causa de discrepancia con el valor declarado en la autoliquidación realizada por los contribuyentes y detallar qué indicios maneja para justificar que existe una diferencia entre esa autoliquidación y el  supuesto valor real. Puede parecer una sutileza, pero es una jurisprudencia de largo alcance que acaba con la práctica de que sea el contribuyente quien asuma la carga de la prueba.

Marca la pauta la sentencia a la Administración, que, antes de efectuar una comprobación tendrá que exponer los motivos de sus sospechas de falta de concordancia entre los declarado y el valor real. Y una vez expuestos estos motivos en el procedimiento, aún será Hacienda la que deberá exponer los motivos por los que considera que el valor declarado en una autoliquidación que la ley da por cierta, no se corresponde con el valor real, sin que sirva como argumento su propia disparidad de motivos.

La sentencia recoge asimismo que el concepto Valor de Referencia que usa Hacienda no es verdad revelada, sino que es bastante poco consistente al utilizarse de manera general y sin relación con el bien concreto que se transmite, lo que viene a decir que las tasaciones deben ser individualizadas con visitas de peritos que reconozcan de manera personal y directa los bienes inmuebles que debe valorar. O sea, que la presunción de veracidad de Hacienda, no está amparada por la Ley, como hasta ahora se venía produciendo.

No quisiera pasar por demasiado enfático, pero creo que esta sentencia es un gran paso hacia la consideración del contribuyente como un ciudadano de primera y no como ha sido hasta ahora, que un ciudadano de primera, al enfrentarse con Hacienda se convertía en un ciudadano de segunda.

Falta mucho para que la concordancia entre ciudadano y contribuyente sea total, pero es muy importante que se acorten las distancias por vía jurisprudencial, por lenta que sea, ya que todos los Gobiernos se han beneficiado de la subordinación coactiva a las normas y los usos fiscales, con procedimientos en los que Hacienda es juez y parte, como demuestra la anomalía de que se llame Tribunal Económico Administrativo una dependencia del  propio Ministerio de Hacienda.

Llevo muchos años sosteniendo que uno de los agentes de la especulación inmobiliaria es el Ministerio de Hacienda (además de las haciendas locales y autonómicas) creando valores ficticios de terrenos e inmuebles.Nunca admiten que alguno de estos bienes haya perdido su valor y, en consecuencia, tengan un menor precio en el mercado. Como decía un castizo, Hacienda siempre tira p’arriba

Paciencia. Los contribuyentes vamos ganando, aunque queda partido.

Un recuerdo para Juan Velarde

No quiero dejar pasar la oportunidad, espero que con el permiso del Director, de recordar aquí al gran economista que se nos ha ido esta semana pasada, Juan Velarde Fuertes. No fui alumno suyo reglado, pero en cada ocasión que nos veíamos aprendía más, no solo de economía, sino de la vida. Recurría a su conocimiento enciclopédico y a su experiencia ilimitada de manera impertinente, a cualquier hora, cualquier día y nunca hizo otra cosa que armarse de paciencia y explicarme las cosas hasta que constataba que, al menos algo, había entendido. Durante años compartimos estudio en La Linterna de la Economía, en la COPE, donde se sentía uno más entre nosotros. Un privilegio.

Mis anotaciones y sus libros me han acompañado muchos años de oficio. Seguirán conmigo como el gran amigo y la gran persona que se acaba de marchar.

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