La izquierda se acartona dentro de sí misma, se enroca en el pulmón silicótico de crisis. Esta mañana ha dicho Gaspar Llamazares que los partidos políticos son como elefantes reaccionando ante las derrotas catastróficas, y eso es lo que está haciendo, precisamente, el PSOE: reaccionar como un gran elefante mediático que ahora se encamina al cementerio, aunque aún no lo sabe. Entrevistado en Los Desayunos de La 1, ha dicho Llamazares lo que muchos pensamos: que la izquierda española –y, por extensión, la europea- no está todavía a la altura de los cambios velocísimos que experimentamos hoy. Que hay que cimentarse en la memoria, mantener intactos ciertos rasgos de una identidad, la lucha por conquistas ciudadanas públicas, como el sistema nacional de Sanidad, que parecen seguros y, en realidad, como vemos ahora en Cataluña, se juegan cada día su continuidad. La memoria, sí, pero también ir incorporando al propio engranaje de los partidos políticos ese dinamismo muy de base que es la democracia popular. Alguien del mismo partido que Llamazares, pero de muy distinta actitud, maneras y discurso, ha confundido incorporar ese cambio por subirse a la pancarta del 15-M, y no ha tenido éxito. Cayo Lara intentó capitalizar la indignación y él mismo salió, poco después, indignado por la respuesta que recibió a su vez de los indignados, mientras los indignados lo estaban por su intento de apropiación indebida.

¿Qué pasa con el PSOE? Ahora andan con nombres, con los nombres de siempre, sin entender aún lo que ha ocurrido. Claro que la gestión de la crisis ha desgastado a todos los gobiernos europeos, pero en esta derrota monumental del PSOE ha habido, también, otros ingredientes: la política autonómica errática, sin una idea de España aparentemente definida, y dando campo abierto a las aspiraciones independentistas, sin duda legítimas, pero contrarias al federalismo unitario que siempre ha propugnado el socialismo español, al menos, desde que tuvo responsabilidades de gobierno; un uso de símbolos de la izquierda sin llegar, realmente, al meollo de las cosas –ahora, justo ahora, como si no hubiera habido tiempo antes, quieren desenterrar a Franco, para dejar al PP su túmulo caliente como primer asunto en la Moncloa-; la aparición de un nuevo tipo de político-ministrable sin licenciatura o sin acreditación, ni profesional ni intelectual, sin credibilidad, y haber negado la crisis. Si no empieza el PSOE por analizar estas circunstancias y otras, habrá perdido la calle.