Cuando el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, pidió en el pleno del Senado al jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, que “deje de molestar a la gente de bien” con leyes como la del “sólo sí es sí” y la referida a las personas LGTBI, estaba añadiendo una variante al “raca-raca” de las últimas semanas sobre el traspiés legislativo que está permitiendo a los jueces rebajar las penas a los violadores y ha llevado a toda la oposición de derechas a reclamar la destitución fulminante de la ministra de Igualdad, Irene Montero. Por cierto que la propuesta del PSOE para corregir los fallos de esa ley irá al pleno del Congreso el próximo 7 de marzo.

Sánchez manifestó su extrañeza ante la petición de Feijóo. “Nunca imaginé que reconocer derechos a minorías y colectivos trans fuera a molestar a la gente de bien”, dijo. Pero aprovechó la expresión para intentar averiguar al día siguiente en el pleno del Congreso a quién considera el PP “gente de bien”. La portavoz popular, Concepción Gamarra, no lo aclaró. Y eso que el dirigente socialista lanzó a la tensa atmósfera del hemiciclo algunas deducciones según las cuales serían para el PP (y la ultraderecha) los responsables de las empresas energéticas y de las entidades financieras esa “gente de bien” invocada por Feijóo, pues no en vano han votado en contra del impuesto solidario sobre los beneficios abusivos obtenidos en el último ejercicio con el patadón hacia arriba de los precios de la energía y las hipotecas.

Siguiendo el razonamiento, para el PP no serían personas de bien los trabajadores ni los pensionistas, habida cuenta del rechazo de los conservadores a la recuperación de los derechos sociales y al aumento de la paga a los pensionistas de acuerdo con el IPC, impulsadas por el Gobierno progresista. Puesto que Gamarra cargó una vez más contra la coalición de Gobierno y acusó a Sánchez de incapacidad manifiesta para cesar a los ministros de Podemos, el presidente le replicó con el “cambio de chaqueta” sobre su apoyo, ayer al Pablo Casado que la nombró portavoz y hace un año al Feijóo que la confirmó. Por cierto que Casado y Feijóo almorzaron juntos el martes para celebrar el primer aniversario del relevo forzado por la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que ni en coalición con Ciudadanos ni con el apoyo de la ultraderecha a su investidura ha sido capaz de aprobar un Presupuesto en tres años.

Pero volviendo a la “gente de bien”, vale recordar que fue Adolfo Hitler quien acuñó la expresión “todo alemán de bien” y luego el dictador español la repitió hasta la saciedad. “Los españoles de bien” fueron después una constante de José María Aznar López. Su sucesor del PP, Mariano Rajoy, prefirió “los españoles de buena condición”. Y así, hasta la variante de Feijóo. Hay frases hechas que se pierden en la noche de los tiempos y que como esa “gente de bien” o ese “orden, jerarquía y disciplina” son tan queridas de la derecha que no permite que se extingan.

Di tu que ahora, con la entrada en escena de Ramón Tamames como candidato voxido de 89 años a presidir el Gobierno si consigue expulsar a Sánchez con esa nueva moción de censura de la ultraderecha, a lo mejor renueva la oratoria parlamentaria para deleite de españoles y foráneos. Y consuelo de cronistas. Será difícil, no sólo porque el antiguo miembro del comité central del PCE carece de grandes dotes oratorias –no es Castelar, precisamente–, sino porque, según comentaban en los aledaños del Congreso los que le han tratado recientemente, lleva dos sonotones de sordo metidos en las orejas que emiten un sonido muy agudo, horroroso, y se acoplan a los micrófonos. Así, mientras la oposición prepara más ruido, Sánchez viajaba de incógnito a Kief (Ucrania), esta vez con los primeros seis Leopard bajo el brazo (es un decir).