El Gobierno ha desvelado hoy su plan de reforma del sistema público de pensiones. La idea consiste en atenuar la merma de pensión de los despedidos en el tramo final de su carrera. Y pagar los costes con una subida de la aportación de los salarios más altos, en gran medida sin contraprestación.
El sistema, que cuenta con el apoyo de Bruselas y el beneplácito de la coalición de Gobierno, ha levantado instantáneas ampollas entre los empresarios de la patronal CEOE, que han tildado el plan de “populista”, y advierten de una “voracidad” recaudatoria, que pone en peligro, dicen, el empleo y hasta los incrementos salariales de las rentas del trabajo.
Básicamente el sistema se estructura en torno a dos ideas. Por un lado, hay que subir los ingresos del sistema. Y eso se consigue de dos formas; por un lado, elevando la aportación de los salarios más altos en la parte que hoy no cotiza – a partir de unos 54.000 euros –. Y con una subida de las sobrecotización o MEI, del 0,6% al 1,2%, que entró en vigor este año para pagar las pensiones de la generación del ‘baby boom’.
Y por otro, con esos ingresos, se conseguiría, por un lado, cambiar el actual sistema de cálculo, y ampliarlo de 25 a 29 años (eliminando los dos peores), aunque compensando a los trabajadores que se vean perjudicados; y por otro, elevar las pensiones mínimas de forma notable.
Se llevará al Pacto de Toledo
La reforma pergeñada por el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, ha logrado recabar el apoyo de los socios de la coalición del Gobierno central. Sin embargo, tras conocer hoy sus términos, los empresarios de CEOE y Cepyme han avanzado ya su rechazo “frontal” a una reforma que tildan de “populista” y a la que atribuyen una “voracidad recaudatoria” que, dicen, perjudicará la creación de empleo, y hasta las subidas salariales de los trabajadores.
En detalle, el sistema ideado por el ministro, que contaría con el apoyo de Bruselas, indispensable para liberar la cuarta remesa de fondos asociada al Plan de Recuperación Next Generation, prevé, además de los cambios en el sistema de cálculo – neutros o beneficiosos para el trabajador durante los próximos 20 años, a contar a partir de 2026 – una fuerte subida de las cotizaciones, especialmente de los salarios más altos; en gran parte, sin contraprestación en forma de un incremento de las pensiones máximas.
La subida más importante de las cotizaciones viene de la mano de una llamada cuota de solidaridad; una sobrecotización, sin contraprestación, de la parte del salario que actualmente no cotiza, establecida este 2023 a partir casi 54.000 euros.
La parte superior a esta cifra cotizaría un 1% en 2025. Un porcentaje que iría aumentando hasta el 6% en 2045, a razón de un cuarto de punto adicional cada año. Una aportación de carácter no contributivo, sino solidario, han insistido desde la vicepresidencia segunda del Gobierno.
Además, se prevé un segundo aumento de las cotizaciones, ligadas al llamado MEI – o mecanismo de equidad intergeneracional – que desde este año ha elevado un 0,6% las cuotas a la Seguridad Social, a fin de allegar recursos con que pagar las pensiones de la muy numerosa generación de ‘baby boomers’.
Pues bien, según la idea de Escrivá, esta sobrecotización del 0,6% se elevaría progresivamente hasta el 1,2% en 2029, a un ritmo de una décima por año.
Finalmente, la tercera subida de las cotizaciones afectarías a las bases máximas de cotización. En este caso, el incremento de la cotización se vería luego reflejado en una pensión mayor, aunque no enteramente.
La subida de las bases máximas entraría en vigor ya en 2024, elevando cada año, durante los próximos 26 ejercicios, el equivalente al IPC anual, más una cuantía fija del 1,2% anual. Así, entre 2024 y 2050, las bases máximas de cotización se elevarían en dicha proporción, resultado de sumar al IPC una cuantía fija del 1,2% anual.
En cambio, este incremento de las cotizaciones no se vería enteramente reflejado luego en una mayor pensión; sino que las pensión máxima se revalorizaría el IPC anual, más 0,0115 puntos porcentajes acumulativos hasta 2050.
Subida de las pensiones mínimas
La reforma afecta también a las pensiones mínimas y a la cobertura de los lagunas o huecos en la cotización. En el primer caso, las pensiones mínimas contributivas irían convergiendo entre 2024 y 2027 con el 60% de la renta mediana; mientras que las no contributivas crecerían hasta converger en 2027 con el 75% del umbral de la pobreza para un hogar unipersonal.
En cuanto a las lagunas de cotización, el Gobierno pretende conservar el modelo actual, aunque con mejoras para las mujeres; esto es, se compensarían al 100% los vacíos del cotización de los primeros cuatro años (tomando como referencia la base mínima); y un 50% a partir del mes 49. En el caso de las mujeres, la reforma prevé cubrir al 100% las lagunas del quinto año; y el 80% del quinto al séptimo año.
Además, se propone también subir el complemento de brecha de género de las pensiones un 10% adicional a su revalorización anual en 2024 y 2025.
Allegar tres puntos del PIB
En conjunto, el gobierno pretende ingresar para 2050 una cantidad equivalente a tres puntos del PIB, contando no solo estas reformas sino las que han entrado en vigor últimamente, y que han supuesto, por ejemplo, la cotización por ingresos reales de los autónomos.
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