Probablemente ni Pedro Sánchez ni ninguno de los miembros del Gobierno y sus partidos se han leído la Biblia, pero, a pesar de ello, si demuestran ser fervientes practicantes de algunos de sus moralejas y preceptos, especialmente ese de ver la paja en el ojo ajeno y tapar la viga en el propio. Y aplicando precisamente ese proverbio bíblico rechazó con el apoyo de sus socios de la Frankestein abrir una comisión de investigación sobre el caso del Tito Berni y la presunta trama de corrupción del hasta antes de ayer fuera diputado socialista.

Claro que conociendo la trayectoria del partido sanchista, antes socialista, esto ni extraña, ni sorprende. Porque casos hay, muchos y graves, para confirma que el discurso contra la corrupción de Sánchez y el PSOE es un discurso hipócrita, fraudulento y adulterado. Discurso este que, recordemos, fue el que le llevó a ganar una moción de censura sobre la manipulación de una sentencia que no era firme y que el propio Tribunal Supremo corrigió posteriormente por alusiones “excesivas y expresivas en la redacción de la sentencia”.

Una técnica de doble rasero y de ocultamiento que le ha llevado a minimizar las condenas por los ERE de Andalucía, el mayor caso de corrupción en la historia de la democracia y a convertir el ingreso en prisión de José Antonio Griñán, ex presidente de la Junta de Andalucía y ex presidente del PSOE en un folletín por entregas y con final desconocido.

Idéntica actitud que la que mantiene también en el caso de la alcaldesa de Móstoles, Noelia Posse, procesada por un presunto delito de prevaricación administrativa, en el caso ITV, pese a lo cual la mantiene como candidata a la reelección. El mismo presidente y el mismo partido que exigieron la dimisión inmediata de Isabel Díaz Ayuso por la intervención de su hermano en una compra de mascarillas. Asunto que la Fiscalía Europea acaba de archivar y con ella son ya seis las instancias que han archivado la causa por no haber delito alguno. ¿Manipulación, fariseísmo, juego sucio? Elijan.

Cómo también se han opuesto a auditar al Gobierno de Cantabria, del que ellos forman parte, por los supuestos contratos irregulares de la Consejería de Obras Públicas  en el llamado  “caso carreteras” . O calla ante las informaciones aparecidas sobre la presunta opacidad de la evolución económica y financiera de la Fundación Cajasol y la gestión de su presidente Antonio Pulido que aseguran tenía carnet del PSOE andaluz expedido por la Agrupación Nervión-San Pablo. Justo cuando el Tribunal de Cuentas revela que las fundaciones del PSOE están en causa de disolución por insolvencia.

El mismo Sánchez y el mismo partido que han rebajado las condenas por delitos de malversación cumpliendo las instrucciones de los golpistas catalanes y que por boca de su portavoz en el Congreso, Patxi López, da por cerrado el caso del Tito Berni tras conjurarse con las diputados del PSOE. Caso en el que, como en el de los ERE, nuevamente aparecen mariscadas, cocaína y prostitutas, devolviéndonos a la España casposa y rancia del que fuera director de la Guardia Civil, también con un gobierno socialista, Luis Roldán.

Y mientras esto pasa, en un intento de huida hacia adelante para escapar de estos asuntos, del escándalo de los violadores excarcelados por la aberrante ley del “si es si, de su incapacidad para controlar la inflación y enderezar la economía y de su falta de credibilidad y de empatía, Pedro Sánchez se dedica a hacerse vídeos jugando a la petanca con jubilados, tomando café con una pareja perceptora del salario mínimo, con estudiantes en una biblioteca pública y con señoras ancianas que le reverencia, todos ellos afiliados o familiares y simpatizantes del PSOE y todos ellos pagados con dinero público. Eso, además de a realizar viajes por Europa propagandísticos, no España sino de su persona y a colarnos una reforma del sistema de pensiones en la que son los empresarios y los trabajadores los que pagan la fiesta del Gobierno. No es magia, son sus impuestos.