Raúl Canosa consolida su piano con el folklore nacional

18/03/2023

Miguel Ángel Valero. El mayor mérito de 'Serenatas y Danzas españolas' es que reúne piezas que no se suelen escuchar juntas y que recupera algunas que estaban en el olvido.

‘Serenatas y danzas españolas’, del pianista Raúl Canosa (Le Salon de la Musique), pone en evidencia la personalidad que tiene un compositor a la hora de transformar el folklore nacional. La combinación en un álbum de seguidillas, fandangos, serenatas, habaneras, zapateados o jotas permite saborear los diferentes estilos, armonías, lenguajes y recursos que utilizan trece compositores sobre las danzas populares españolas: Rodrigo, Larregla, Danés, Malats, Albéniz, Montsalvatge, González-Vallés, Granados, Halffter, Turina, Falla y Monpou.

Canosa aporta la ‘Jota Robada. Fantasía brillante sobre temas aragoneses’, de 2020, lo que permite su contraste con la Jota de Concierto, ¡Viva Navarra!, de Larregla.

En zapateados, llama la atención las similitudes entre la obra de Granados y la de Albéniz, pese al siglo de diferencia entre ambas.

Escuchar el Fandango de Turina antes del Fandanguillo de Danés es comprobar la fuerza explosiva que tiene ese baile.

Raúl Canosa opta por una versión inédita de la Serenata Andaluza, suprimiendo algunas partes de la más conocida de Falla, lo que ofrece más dinamismo y cohesión a la obra. También destaca la Serenata Española de Malats, ya que, pese a ser escrita para piano, se ha convertido en una de las obras más icónicas para la guitarra española.

También dentro de las serenatas, Becerril de la Sierra, de Vallés, Torre Bermeja, de Albéniz, y A L’ombre de Torre Bermeja, posiblemente la composición más interpretada de Rodrigo.

Em seguidillas, las de Cantos de España, de Albéniz, y las del Diablo, dentro de Cuatro Estampas Andaluzas, de Rodrigo, que sumerge en un canto melancólico con toques flamencos.

En habaneras, Ernesto Halffter, un a joya del género, y Xavier Montsalvatge, una audaz propuesta.

En canción y danza, Joaquín Rodrigo, con una obra de juventud, y Federico Monpou, que opta por la tristeza con un toque trágico.

Raúl Canosa muestra en este álbum la madurez de su piano, pese a sus 26 años. Consolida así una trayectoria iniciada a los 16 años con el Concerto nº 1 de Beethoven.

El mayor mérito de este álbum es que reúne piezas que no se suelen escuchar juntas  lo que permite contrastar las características de cada danza, y al mismo tiempo revelar la personalidad que cada compositor otorga a su obra. Además, recupera algunas composiciones que permanecían, desgraciadamente, en el olvido.

Una de las mayores aportaciones es la inclusión de tres obras de estreno: la serenata Becerril de la Sierra de Miguel González-Vallés, el Fandanguillo de Carlos Danés y la Jota Robada, compuesta por el propio Raúl Canosa.

 

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