La crisis provocada por el coronavirus supuso indudablemente un antes y un después en lo que a las dinámicas de empleo se refiere. La principal consecuencia de este periodo anómalo en el ámbito laboral ha sido el desarrollo y normalización del teletrabajo. Sin embargo, existe otro factor que se ha puesto de manifiesto: la dificultad de comunicarse adecuadamente con todos los trabajadores en un contexto de crisis y confinamiento.
Esta coyuntura dio pie a que gran cantidad de compañías comprendieran que existe una brecha en la comunicación con una parte esencial de su negocio, la plantilla. Sin embargo, lo interesante de la cuestión es que el problema no se encontraba en el personal de oficina que trabajaba con un PC o un smartphone de empresa.
La problemática surgió entre empleados que son clave, los que se encuentran en la primera línea. Personas que no trabajaban con dispositivos electrónicos y que, por tanto, no tenían acceso a la información. De la noche a la mañana, terminaban aisladas y se perdían ante la cantidad de cambios que se daban constantemente. Se convirtieron de repente en trabajadores olvidados. Personas que sólo recibían la información por voz de su superior directo o por canales personales privados.
En su mayoría, el perfil de estos trabajadores corresponde con el de operarios que desarrollan una actividad manual, llegando a ser artesanal en ocasiones. También afecta al personal que ofrece una atención al cliente diferencial. Estamos hablando de sectores como el industrial, la automoción, la construcción, el turismo, la gran distribución, la salud… Son sectores de empleo tradicionales donde existen trabajadores que no tienen acceso a dispositivos de comunicación en su horario laboral, por lo que se encuentran al margen de las dinámicas de la compañía, la visión empresarial de la dirección o los informes de resultados.
Unido a esto, existen grandes diferencias de implicación en la vida de la empresa entre los empleados de cuello azul, que realizan funciones de campo, y los de cuello blanco. Un hecho que también favorece al aumento de esta brecha comunicacional y de distanciamiento con la organización.
Como consecuencia, los empleados con este perfil reducen su participación en la dinámica de la empresa y disminuyen su productividad; además, aumentan ratios como la rotación y el absentismo. Este último se situó en España en un 6,7% en el último trimestre de 2022. Por ello, es necesario que desde las áreas de dirección, recursos humanos y comunicación se reformulen las estrategias de comunicación interna. El desafío es lograr diseñar un plan que permita la integración e implicación de todas las personas, sin excepciones, en la vida de la compañía y con unas perspectivas optimistas de desarrollo.
Esta estrategia debe establecer un flujo de información transversal, con un recorrido ascendente y descendente. Pero, sobre todo, debe ofrecer a cada equipo los medios necesarios para su correcta inclusión en la vida de la empresa. La dirección se debe comprometer a comunicar las orientaciones estratégicas de la compañía, asegurándose de que existe proximidad con todos los empleados. Los managers no deben adoptar sistemáticamente el papel de gestores de la información, actuando como intermediarios entre los superiores y su equipo, sino que todos los que tienen algo que aportar deben poder comunicarlo. Todo ello, sin dejar de lado un factor imprescindible: proveer a los empleados de las herramientas adecuadas para acceder a esta información, en cualquier momento y desde cualquier lugar.
Por otra parte, los propios empleados de campo deben ser conscientes de la importancia de su labor dentro de la organización. Su papel es esencial también en la mejora de la comunicación interna de la compañía, pudiendo participar en la conversación de la empresa compartiendo su opinión y experiencia. Porque los empleados motivados e implicados en lograr los objetivos empresariales, son los mejores embajadores a los que puede aspirar una compañía.
En definitiva, el reto es que todos formen parte de la vida de la organización, dar sentido a su trabajo y reducir los índices de rotación y absentismo. Por ello, las compañías deben destinar los recursos necesarios para lograr esta labor y asegurarse de cumplir con el bienestar emocional de todos los trabajadores, incluso aquellos con un perfil menos digital.
Emilien Delile es director de Steeple España, empresa de origen francés que comercializa una tecnología multiplataforma que hace posible una comunicación interna más visual e interactiva para todos. La herramienta se puede utilizar mediante pantallas táctiles, ordenador, smartphones y tablets.
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