El templo de los chilaquiles

26/04/2023

Carmela Díaz.

Benditos Sueños es la primera chilaquería de Europa, un nuevo concepto gastronómico centrado en uno de los platos estrella de los hogares y calles de México: los chilaquiles, la versión original de los archiconocidos nachos. Se trata de una especialidad de la cocina mexicana a base de los originales totopos, que se sirven fritos y combinados con diferentes salsas e ingredientes, a elegir por los comensales.

Todo partió del sueño del CEO y socio mayoritario, Rodrigo Espinosa Miranda, un mexicano que se afincó en España hace más de 20 años y que se hizo a sí mismo en el campo de la hostelería, pasando por algunos de los mejores restaurantes mexicanos y hoteles de la capital. Hace unos años decidió abrir su primer local, ubicado a pocos pasos de la Plaza España (Calle San Bernardino, 7), y desde entonces se hizo un hueco entre los amantes de la auténtica gastronomía mexicana.

Tras el éxito de la primera apertura, hace pocos meses abrió sus puertas la segunda sucursal en el paseo de la Castellana, 153, un amplio local que cuenta también con una agradable terraza en uno de los centros neurálgicos de la capital. El novedoso concepto lo ha convertido en un templo de este tipo de comida, para disfrutar en un ambiente desenfadado. Con el fin de ahondar en la clave informal con cierto aire canalla, en las paredes de ambos locales hay estampadas, con tipografía de contenedor industrial, algunas frases. Entre ellas, la que se ha convertido en eslogan de los restaurantes y que incluso han registrado: “Fuck nachos, chilaquiles is the real shit”.

En cuanto a su gastronomía, la carta de Benditos Sueños no es extensa ni pretende serlo. Es casi toda ella apta para intolerantes al gluten y su apuesta principal está centrada en los chilaquiles, aunque también ofrece otros platos y especialidades tradicionales de la gastronomía mexicana más auténtica e incluso callejera.  Siempre a partir de un producto de calidad, avalado por las marcas mexicanas más reconocidas tales como jarritos, arrachera o maíz maya. Como entrante, hay que pedir el guacamole casero que lo hacen bastante rico y en dos versiones (acompañado de totopos o cortezas). Y, a partir de ahí, los chilaquiles con variadas opciones para prepararlos al gusto de cada comensal con diferentes salsas (verde o roja -con sus respectivas versiones bien picantes-, así como de frijol), ingredientes o proteínas (secreto de cerdo, huevos, picadillo de chorizo, filetes de pollo, vegetal, arrachera, cochinita pibil o camarón) y guarnición (queso costeño, nata ácida, lechuga, cebolla y frijoles refritos). Es decir, cada uno puede prepararse su propia versión de los chilaquiles según sus preferencias.

Los tacos también son protagonistas del menú; se sirven dos unidades y las elecciones van desde el de cochinita pibil, el bendito (o placero, porque que se suele encontrar en las plazas mexicanas y no es nada común encontrarlo en los menús de restaurantes), el vegetariano, el de pescadilla (típico de Acapulco), el pescadito estilo ensenada, al pastor y los tacos dorados de pollo. De este último se sirven cuatro unidades y con opción de agregar guacamole. Varias especialidades completan la carta, tales como enchiladas verdes de pollo, enfrijoladas hogareñas, quesadillas de múltiples opciones, así como queso fundido.

Como postre, hay que decantarse por la tarta de tres leches o por la tarta de chocolate. También cuentan con cervezas mexicanas y carta de tequilas y mezcales.

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