«Inmortal de tanto amar», Luis Fermín Moreno quiere, con «Selfis: cicatrices» (Libros del Aire, 66 páginas), «acechar tu ausencia en todas las ventanas del destierro» y, al mismo tiempo, «ser la sombra inextinguible de tu silencio».

Menos mal que «los besos largos no saben mentir», aunque los protagonice «un niño desconsolado que el poema a veces ilumina».

Luis Fermín Moreno, periodista y ensayista, fundador de la editorial Azul como la Naranja (que sólo con la publicación de «La casa de las palmeras», de Pepa Montero, ya se merece un sitial de honor entre los editores), es autor de otro magnífico libro de poemas, no tan breve como éste (99 páginas, editadas pro la Diputación de Ciudad Real) pero igual de intenso: «En ángulo muerto».

Como demuestra su dedicatoria a José Jiménez Lozano, sabe perfectamente que «la poesía es celebración y alma derramada». Especialmente cuando «el lenguaje se ha convertido en un torniquete de equipo de supervivencia» y las palabras «ya no consuelan a nadie»

Pero sus poemas dicen también que «no escribo para gustar, escribo para que gustéis».

Y que la asusta «a veces que la verdad no sea de mentira», por lo que «diré lo que sé como quien miente», porque «vivir muerto me mata». Entonces, «en los días lluviosos invento historias de amor», y describe «la sombra azul que deja tras de sí el fuego cuando se ha ido», y «cierro la novela para leer el mar».

Todo esto en 66 páginas que se resumen en dos versos: «aprended que la poesía no pisa/y es el modo más perfecto de volar».

Porque «las sonrisas de los selfies apenas tendrán tiempo de cicatrizar»