Son muchos los estudiantes que una vez acabada la carrera reclaman un nuevo esfuerzo económico a sus padres para completar sus estudios en alguna universidad extranjera.
Normalmente son gente preparada y con una cierta facilidad para aprender idiomas. Se han aprovechado de la eficiencia de muchas de las universidades españolas y no es extraño que destaquen. Como no acostumbran a tener demasiados posibles es habitual que se busquen alguna ocupación para aligerar la carga que son para sus padres. Ya se sabe, han de dormir en algún sitio, han de comer, el estudiar también tiene sus costes, así como un cierto dinero para su esparcimiento. La vida en el extranjero no acostumbra a ser barata.
Primero buscan ganarse un dinerito en los bares, cuidando personas mayores o haciendo canguros o cualquier otra cosa que les salga. Pero una vez han entrado en una dinámica laboral que les permite un cierto bienestar no es raro que vayan encontrado nuevas posibilidades, que sus conocimientos puedan empezar a rentabilizarlos, que empresas que les permitan trabajar en lo que han estudiado les abran las puertas o que encuentren ocupaciones en sitios en los que nunca habían pensado. Ya se sabe la vida da muchas vueltas.
Lo que está claro que se les abren muchas puertas, en algunos casos con becas de la misma universidad para dedicarse a la investigación en unas condiciones envidiables hasta ofertas salariales con unas compensaciones más que atractivas que difícilmente encontrarían en España y con las que pueden aspirar, incluso, a comprarse un piso
No sé si son muchos pero sí que hay una cantidad cada vez más significativa que tras su periodo de Erasmus enfocan su futuro en otros países que les ofrecen una mayores perspectivas y una mejor seguridad. En este país les hemos subvencionado su carrera universitaria (que no por ello deja de ser onerosa para una economía familiar) pero los frutos de esta inversión los recogerán otros mientras ellos se convertirán en unos visitantes más que de tarde en tarde visitarán a su familia o vendrán de vacaciones, máxime con el precio que ofrecen los vuelos low cost.
Obviamente el problema no es del Erasmus si no de un país que no sabe aprovechar su capital humano. Es la versión actual del “vente a Alemania, Pepe”.
Ahora que ya estamos en campaña electoral (si nunca lo hemos dejado de estar) este tema que afecta o afectará a muchas familias seguro que, con visión de estado, también será ignorado
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