El cuento de Urdangarín no tiene final feliz

07/12/2011

diarioabierto.es.

Erase una vez un joven apuesto, de noble porte, nacido entre verdes parajes, descendiente de un acomodado linaje de las tierras del norte. Su portentoso físico y aptitudes atléticas le hicieron destacar desde mozo en la disciplina deportiva, llevándole a competir con éxito en uno de los mejores equipos del mundo. Además de ganar todas las competiciones que un jugador puede conseguir con un club, sus habilidades con el esférico eran tales, que resultó elegido para defender los colores de la patria en el evento con el que cualquier deportista de élite sueña: unas Olimpiadas. Pero el delirio aún sería mayor, ya que al inmenso privilegio de formar parte de esos Juegos, se sumó la inolvidable experiencia -no en una, sino hasta en dos ocasiones- de subir al podio olímpico a colgarse doble metal. Alcanzó el súmmum que todo atleta anhela, sólo al alcance de los agraciados por los hados del destino. Lo que para la inmensa mayoría era sólo una remota posibilidad para el atractivo rubio se convirtió en rutina. Pero esto sólo eran los prolegómenos: mientras exhibía anatomía en la cancha defendiendo la camiseta nacional, unos ojos principescos se clavaron en los suyos. La hija de un rey cayó rendida a sus encantos en las escasas semanas en las que transcurre la competición olímpica. El blondo varón la hechizó, fulminando el amor a la razón: en menos de un año el deportista desposaba a la princesa ante el mundo con todo el fasto y boato propio de los casorios regios. La mirada de admiración incondicional de la infanta selló la unión a la par que iban llegando al mundo los frutos de tanta devoción: tres hermosos querubines de intensos ojos azules y para culminar la estirpe, una niña, vivo retrato de las heroínas ilustradas en los relatos de ninfas de antaño. El protagonista de nuestro cuento disfrutaba de una existencia tan plácida y extraordinaria que escapa a la lógica contemporánea. Jamás aquel mocetón del norte imaginó una vida tan plena ni dichosa, mientras sus días y sus noches transcurrían entre recepciones palaciegas, acompañantes de pedigrí, exquisitos manjares, cenas de gala, obras de arte, cuberterías de oro, históricos tapices, decorados de mármol, brocados, seda, terciopelo y reverencias por doquier.  Su laureado pasado deportivo complementado con el real enlace, auguraban el desempeño de honorables actividades: tal vez entrenador o hasta presidente de su antiguo club, puede que miembro destacado del Comité Olímpico del país… Disponía de tantas y envidiables opciones para escribir con letras de oro un final épico para semejante historia al alcance de tan pocos…

Sin embargo, este ideal cuento de hadas -a pesar de carecer de malignas criaturas mitológicas- no estaba exento del peor de los monstruos, de la más diabólica de las tentaciones: la debilidad humana en forma de codicia.  Al consorte -influenciado en parte por los miserables que alaban y halagan en busca de prebendas-  le pudo la vanidad que ciega a los que alcanzan la cima soy el más guapo, el más listo, el mejor-, fue dominado por la avaricia –no me bastan los palacios familiares, tengo que poseer uno propio con torreón incluido-, la avaricia –merezco mucho más que la asignación millonaria proveniente de las arcas del Estado– y sucumbió al mal de alturasoy invencible, intocable, inmortal si me apuran. Y en suspense quedó si seguirán siendo felices y comiendo perdices hasta el fin de sus días…

Moraleja: Si es de bien nacidos ser agradecidos, es de cretinos -o de torpones crónicos según el personaje- morder la mano que te da de comer, de la Casa que te acogió, encumbrándote a un estatus que no sabías ni que existía. Utilizar el buen nombre de terceros para el enriquecimiento propio es inadecuado. Aunque la Justicia determinará responsabilidad penal si procede, destruir de un plumazo un cuento del siglo XXI sólo es propio de quien no mereció protagonizarlo. Los héroes salen triunfantes de las tentaciones: los villanos claudican ante ellas.

Twitter: @CarmelaDf

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10 pensamientos en “El cuento de Urdangarín no tiene final feliz

  1. Aguantarían estos si se propone un referendum? Es posible que hoy en dia la Monarquía no pase esa prueba necesaria. Por eso no se atraven a dar el paso que la mayoría social está reclamando cada vez con mayor fuerza. Pero no se puede retrasar eternamente lo imprescindible

  2. No puede tener usted mas razon, pero que necesidad tenia el susodicho de meterse en tales berenjenales tras haber conseguido todo en la vida y tener una vida de cuento?? Usted habla de codicia que seguro la hay, pero yo directamente pienso que se debe ser lelo para fastodiar tanto bueno…

  3. Muy poética su narración. Casi todos los cuentos tienen un final feliz, pero éste del siglo XXI, basado en personajes reales,
    me parece que puede tener el final de ¡Adiós «Cordera»!, reflejado en las últimas líneas: «Era canción de lágrimas, de abandono, de soledad».

  4. Es como en el cuento… pero el otro… el de la gallina de los huevos de oro. Hay que ser «tontolculo» para abrir la gallina

  5. Es mucho el daño que ha ocasionado URMANGARÍN y su organización «sinónimo de lucro» a una institución tan denostada y cuestionada en la actualidad como es la Monarquía. Y aunque se demostrara al final que no ha habido delito penal, el daño moral está hecho, porque sí hay delito moral. Y mucho.
    Pero me resisto a pensar que, durante todos estos años de corruptela y aprovechamiento, nadie en el entorno de la Casa Real tuviera noticias o al menos sospechas del asunto. Sinceramente, creo que sí lo sabían y no hicieron nada al respecto, o al respeto.

  6. Menudo impúdico y ahora resulta que utilizó niños enfermos para esconder los dineros. Si como bien dices, ya solo la mitad de su vida es de cuento. Cuantos deportistas españoles que ni tienen dinero para los entrenos diarios darían lo que fuera por dos medallas en unas olimpiadas!! Menudo pieza, la vida da a quien no se lo merece.

  7. Algunas reformas constitucionales son no sólo necesarias, sino imprescindibles. Pero claro, no lo verán mis ojitos…

  8. Exigimos que se impute a toda la familia real (en especial a la que se caso con huntangarin) y dejen de tomarnos el pelo !

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