El cacao ofrece una multitud de beneficios y buenas propiedades además de ser uno de los alimentos más consumidos en todo el planeta, alcanzando los 8,5 millones de toneladas de todo el mundo. Alrededor de seis millones de personas en el mundo viven directamente del cultivo del denominado ‘alimento de los dioses’. Y más de 50 millones se dedican a su procesamiento hasta que llega al consumidor.
El problema es que el pequeño productor de cacao apenas recibe entre el 3% y el 6% del dinero que paga el consumidor. Esto hace que la mayoría vivan con menos de 1,9$ al día.
Las mujeres son las que hacen gran parte del trabajo en el cultivo y cosecha del cacao, pero no son remuneradas como los hombres, tienen menos oportunidades de formación e incluso son excluidas de la propiedad de la tierra
Además, más de 2,2 millones de niños trabajan en la producción de cacao en condiciones durísimas de esclavitud infantil, por lo que conocer con detalle la trazabilidad del chocolate es fundamental para consumir de manera responsable.
El cacao tiene otro enemigo: el cambio climático, que afectará a la siguiente generación de plantas y que puede hacer que el 90% de los cultivos ya no sean aptos en 2050.
En este contexto Oikocredit, la entidad cooperativa internacional dedicada a la inversión de impacto enfocada en los países del Sur Global, trata de mejora la calidad de vida de los productores de cacao. Con una cartera de financiación paras el desarrollo de 1.238 millones€, es la organización de inversión privada en microcréditos de mayor tamaño y una de las más antiguas.
Apoya a los pequeños agricultores que tienen un nulo o limitado acceso a los recursos de financiación. Este tipo de proyectos implican una triple rentabilidad, no sólo social y económica, sino también medioambiental, ya que contribuye a combatir la deforestación
Los países africanos producen más del 70% del cacao consumido en todo el mundo, pero los latinoamericanos (14%) son el principal proveedor de cacao fino de aroma del mundo. La excelencia del cacao amazónico, como motor de prosperidad en América Latina, ha convertido su industria en un ejemplo de crecimiento, innovación y sostenibilidad. Sin la ayuda de cooperativas de inclusión financiera como Oikocredit, este tipo de cacao, más delicado, dejaría de fabricarse, ya que requiere más cuidados que la variedad Forastero, que es la más consumida.
Perú es actualmente el segundo productor de cacao orgánico y uno de los pocos países donde se cultiva el cacao blanco criollo, uno de los más premiados y valorados del planeta, que representa tan solo el 0,25% de la producción mundial. La “joya de la corona” del cacao se siembra y cosecha en la región de Piura, que se diferencia de otras variedades por su gran calidad, exquisito aroma y sabor.
Inclusión financiera para mantener el cacao
“Nuestra inversión en cooperativa productoras de cacao permite una mejora de las condiciones de vida de trabajadores y sus familias a la vez que contribuimos a la perpetuación del cultivo del cacao, seriamente amenazado, y que gracias a los microcréditos que han obtenido los miembros las cooperativas, podrán seguir cultivando”, explica Rose Serrano, responsable de las relaciones con el inversor en de Oikocredit en España.
Los préstamos concedidos por Oikocredit a las cooperativas aseguran a los agricultores que trabajan en condiciones de Comercio Justo una remuneración equitativa, además de crear empleo estable, evitar la despoblación y garantizar unas condiciones laborales dignas y respetuosas con los derechos humanos.
Oikocredit se ocupa de la capacitación técnica y de aportar los recursos económicos necesarios para que los pequeños campesinos de los países empobrecidos -uno de los colectivos más vulnerables a las amenazas ambientales del cambio climático, la contaminación y la escasez del agua, la pérdida de fertilidad de los suelos y las plagas- puedan adoptar mejores prácticas, dando respuesta a los elevados estándares de respeto al medio ambiente que tanto el Comercio Justo como las certificaciones ecológicas promueven.
Con el objetivo de contribuir a la conservación de la biodiversidad, los agricultores de Comercio Justo financiados por esta cooperativa llevan a cabo una amplia gama de actividades como el compostaje, la reducción del uso de productos químicos, la recuperación de especies como el cacao blanco criollo y la producción orgánica.
«Invertimos en las personas», asegura Rose Serrano. Oikocredit busca inversores que quieran contribuir a cambiar el mundo, además de recibir un dividendo anual por su inversión. Ya cuenta con 56.300 inversores en 13 países
Cooperativas financiadas por Oikocredit
Oikocredit considera que la producción del cacao bajo unas condiciones dignas y respetuosas con los derechos humanos, especialmente los de la infancia, y el calentamiento global son los principales escollos que deberá salvar la industria del cacao para mantener una producción constante a lo largo del tiempo. Además, también destaca la importancia de escuchar al consumidor que pide, cada vez más, una trazabilidad responsable, un comercio justo y una producción ética.
Las cooperativas agrarias Norandino (Perú) y Manduvirá (Paraguay) son dos ejemplos de cómo Oikocredit mejora la calidad de vida de las personas a través de la inclusión financiera, apoyando a pequeños agricultores que tienen un nulo o limitado acceso al mercado y a los recursos de financiación. Mediante la concesión de préstamos de Oikocredit, Manduvirá construyó una planta procesadora de azúcar orgánica respetuosa con el medioambiente.
«Nunca volveréis a ver el chocolate del mismo modo, porque hay una historia detrás de cada tableta de comercio justo», proclama Rose Serrano.
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