Turquía se identifica como un país relevante para el sistema bancario español y para el del área del euro. Además, mantiene con ambos importantes flujos comerciales y financieros. Por ello, es relevante hacer un seguimiento de la evolución macrofinanciera del país y de sus principales vulnerabilidades.
Un análisis realizado por Paula Sánchez, Pedro del Río y Alejandro Melgar, del departamento de Economía Internacional y Área del Euro del Banco de España, destaca que la economía turca ha seguido registrando tasas de inflación muy elevadas, aunque decrecientes, desde finales de 2022, y la actividad económica se ha desacelerado «en un contexto de cuantiosas necesidades de financiación exterior, endeudamiento en moneda extranjera y reducidas reservas internacionales.
La política fiscal mantuvo sus cuentas saneadas en 2022, pero los expertos del Banco de España esperan un fuerte deterioro en 2023.
En política monetaria, el banco central de Turquía recortó de nuevo el tipo de interés oficial en febrero, situando el real en el –31,1% en mayo.
El sistema bancario permanece saneado, aunque algunos indicadores han empeorado. Además, para controlar el crecimiento del crédito y promover un mayor uso de la lira en el sistema financiero, se han mantenido y reforzado las medidas macroprudenciales y regulatorias introducidas en 2021-2022.
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