
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a los primeros ministros de Hungría, Viktor Orbán, y Dinamarca, Mette Frederiksen, en el Consejo Europeo.
Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea han resistido el pulso de sus colegas húngaro, Viktor Orbán, y polaco, Mateusz Morawiecki, para tratar de imponer la unanimidad en las decisiones comunes en materia de política migratoria y revertir así el reciente acuerdo alcanzado a nivel de ministros para crear un mecanismo obligatorio para el reparto de la carga del asilo.
La cumbre de líderes en Bruselas ha concluido con un texto de conclusiones que deja fuera las ideas que recogía el borrador en materia migratoria por el bloqueo de Budapest y Varsovia, lo que ha obligado al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a publicar esas ideas en una declaración propia paralela respaldada por todos los demás mandatarios.
«Hemos dado un nuevo paso importante que valida el acuerdo alcanzado por mayoría cualificada», explica Michel al término del Consejo europeo, al tiempo que confirma que Hungría y Polonia «desaprueban» tanto la «sustancia» del pacto migratorio que negocia la UE como con el «proceso de decisión».
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson, resalta que una «mayoría aplastante» –representada por 25 de los 27 líderes– ha dado su apoyo a la declaración de Michel, lo que en la práctica supone un aval mayor que el alcanzado a nivel de ministros hace semanas en donde además de la oposición de Hungría y Polonia otros países mostraron reservas que este viernes no han mantenido.
«Es una base muy sólida para la continuación de los trabajos», insiste Kristersson, quien, al igual que otros mandatarios que se han expresado sobre el asunto, subraya que las decisiones de migración y asilo en el seno de la UE se tomar por mayoría cualificada y no por unanimidad, porque así lo recogen los Tratados.
Preguntado por las tensiones, Michel aplaude que los líderes hayan «demostrado sangre fría y calma» porque les permitirá «seguir avanzando» en las negociaciones para cumplir el objetivo de cerrar el Pacto Migratorio antes de que concluya esta legislatura en junio del próximo año.
Tras un primer intento frustrado por parte de los Veintisiete de acordar un texto de conclusiones durante el jueves, la mandataria italiana, Giorgia Meloni, ha tratado de convencer también sin éxito a primera hora del viernes a Orbán y Morawiecki en una reunión trilateral privada para que levantaran sus reservas.
Meloni ha dicho después a la prensa que no está «decepcionada» porque entiende que Hungría y Polonia simplemente defienden intereses nacionales, si bien ha advertido de que «nunca habrá unanimidad» en materia migratoria en la UE y ha defendido la necesidad de superar las diferencias apostando por reforzar la dimensión exterior de la gestión migratoria y de asilo.
«Pero no es un desastre que no hayan sido adoptadas las conclusiones, todo aquello sobre lo que ha habido avances seguirá adelante», ha razonado el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, quien también ha evocado el compromiso de reforzar el apoyo a Túnez para frenar las rutas ilegales como un modelo que debería «ser replicado» con otros países terceros.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su parte, ha lamentado la «ceguera» que a su juicio muestran los países de la UE que no reconocen la importancia de la dimensión exterior; al tiempo que ha confiado en que, durante el semestre de presidencia de la UE que asume desde este sábado España, los 27 logren un acuerdo sobre la reforma migratoria que «equilibre la responsabilidad y la solidaridad».
Acuerdo de industrias ‘limpias’ contra China
El Consejo Europeo también aprueba acelerar los trabajos para cerrar un acuerdo sobre las propuestas para impulsar las industrias ‘limpias’ y la fabricación de tecnologías estratégicas, lo que permitirá a la Unión Europea alejarse del «rival sistémico» en el que consideran que se ha convertido China.
Conscientes de que la UE y China siguen siendo socios comerciales y económicos «importantes», los jefes de Estado y de Gobierno ponen el foco, en sus conclusiones de este segundo día de cumbre en Bruselas, en que Europa trabaje para garantizar la igualdad de condiciones para que la relación entre ambos bloques sea «equilibrada, recíproca y mutuamente beneficiosa», a fin de defender una economía abierta pero sin comprometer sus propios intereses y garantizar la seguridad.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha celebrado este nuevo enfoque acordado por los líderes en aras de la ambición europea por reducir el riesgo pero sin llegar a desvincularse del todo de China. La manera en que pueda reducirse ese riesgo está «aún por definir», admite el canciller alemán, Olaf Scholz, mientras que para el belga, Alexander de Croo, es «una solución global a través de la diversificación de dependencias».
«Para algunos puede ser una definición más estricta, relacionada, por ejemplo, con intereses de seguridad nacional, o un tipo de control de las exportaciones, mientras que para otros es algo más amplio», reconoce el primer ministro holandés, Mark Rutte, que pide pasar «del eslogan a la realidad».
A pesar de esta falta de definición, los líderes han advertido de la necesidad de que el Consejo y el Parlamento Europeo lleguen a un acuerdo antes de que acabe el año sobre la ley para una industria de cero emisiones y la ley de materias primas críticas.
La norma propuesta por Bruselas para alcanzar ese objetivo de cero emisiones netas se propone alcanzar para 2030, al menos el 40% de las necesidades anuales de despliegue de tecnologías estratégicas ‘limpias’ fabricadas en la UE, para compensar un incremento en la fabricación que se acelerará a través de la relajación de plazos y trámites burocráticos.
Paralela a esta, la ley de materias primas críticas persigue diversificar las importaciones de litio, cobalto o magnesio, entre otros, para garantizar que, también con el horizonte 2030 en mente, la UE no obtiene más del 65% de estos materiales de un único tercer país como China.
Ambas propuestas fueron perfiladas por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el marco de su plan para contrarrestar el impacto en la economía europea del paquete estadounidense de 369.000 millones de dólares en subsidios a tecnologías limpias, y a las inversiones anunciadas por China, que superan los 280.000 millones de dólares.
«China nos parece cada vez más un rival sistémico», ha reconocido la primera ministra estonia, Kaja Kallas, que reclama acordar un «enfoque común». «Soy liberal y estoy totalmente a favor de la apertura del mercado, pero también hemos visto lo que ocurre cuando se está en contacto con socios que no comparten los mismos valores», explica. La UE debe asegurarse de estar «conectada con amigos».
En la misma línea, el irlandés, Leo Varakdar, cree que China es a la vez «un socio y un rival», y aunque no la ve como una potencia «enemiga», sí ha insistido en que la UE sea «menos inocente» en sus relaciones con el gigante asiático y mantenga «los ojos abiertos».
También el primer ministro letón Krisjanis Karins, ha recordado la dependencia energética que tuvo la UE con Rusia para apuntar a la necesidad de evaluar y reducir las dependencias comerciales con China para evitar que los miembros de la UE salgan «perjudicados» aunque sin llegar a desvincularse del todo. «Hay paralelismos que aprender», porue la idea es reducir el riesgo aplicando la lección con Rusia.
Revisión del marco presupuestario
En este contexto, los líderes han abordado también la propuesta de revisión del marco financiero plurianual, para el que Bruselas pide más contribuciones de los Estados miembro, un planteamiento que el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, ha tachado ya de «inaceptable» y «frívolo».
La propuesta solicita una aportación que asciende a 66.000 millones€, además de incluir un paquete de ayuda a Ucrania de 50.000 millones para el periodo entre 2024 y 2027, para lo que también pide contribuciones de los Estados miembros.
También se prevé, según perfiló Von der Leyen la semana pasada, una «reorientación» de planes existentes «reforzados» con 10.000 millones aportados por los países de la UE, una inyección que se asignará a programas específicos y que espera movilizar un total de 160.000 millones de euros en inversiones.
Bruselas confía en que ese dinero ayude a la UE a no quedar rezagada en la carrera tecnológica con terceros países como China, en la que quiere acelerar el ritmo también con la Plataforma de Tecnologías Estratégicas para Europa (STEP, por sus siglas en inglés) para promover la competitividad a largo plazo de la UE en tres industrias que considera críticas: la tecnología digital, la tecnología limpia y la biotecnología.
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