Pictet vaticina que la globalización seguirá en Asia

05/07/2023

Patrick Zweifel (Pictet AM). El continente ha logrado economías diversas y complementarias, que cada vez dependen menos del resto del mundo para obtener un crecimiento sostenido.

La primera ola de globalización fue provocada por la energía del vapor y un transporte rápido y eficiente, con auge del comercio en el siglo XIX.  Sus beneficios fueron a parar en gran medida a los países más industrializados, de manera que en 1987 las grandes economías del G-7 representaban casi 70% de los productos manufacturados mundiales.  La última ola de globalización ha venido impulsada por Internet, que ha reducido el coste de transmitir información y acelerado la producción y distribución de productos manufacturados, siendo los productores asiáticos más beneficiados. China ya produce 30 % de los productos manufacturados mundiales y Asia 41 %, frente a 34 % del G-7.

Así que la globalización es un poderoso motor de crecimiento en Asia, sobre todo para sus economías más emergentes y seguirá siéndolo, a pesar de temores respecto a desglobalización.

De hecho, la región de Asia está cada vez más integrada e interdependiente. Covid, el aumento de los tipos de interés y las tensiones geopolíticas han provocado vacilaciones los últimos años, pero el comercio de bienes está estabilizándose -aunque su naturaleza y composición esté cambiando-. Además, Asia ha llegado a un punto en que tiene lo que necesita para un crecimiento sostenido: economías diversas y complementarias, que cada vez dependen menos del resto del mundo. Cuenta con una abundancia de las principales fuentes de crecimiento: comercio; capital; conocimiento y mano de obra.  Además, es probable que el dominio de Asia se fortalezca con la integración de sus economías, sobre todo a través de acuerdos comerciales como ASEAN – Asociación de Naciones de Asia Suroriental; la Asociación Transpacífica y la Asociación Económica Integral Regional.

En concreto, las economías de Asia incluyen tres bloques emergentes y uno desarrollado, de altos niveles de PIB per cápita, urbanización, tecnológicamente avanzados y excedente de capital (Australia, Nueva Zelanda, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur). 25 % de las exportaciones del Asia desarrollada van a China, incluyendo 40 % de las exportaciones de Australia.  Por su parte China y Hong Kong representan el bloque central. China, puede llegar a ser la mayor economía del mundo para finales de 2028, aunque su PIB per cápita es un tercio del de los países más desarrollados de la región. Sufre de demografía deficiente, aunque cuenta con abundante capital, que le ha permitido invertir fuertemente en otras economías emergentes de Asia.  Otros países menos desarrollados, en gran parte miembros de la Asociación de Naciones de Asia Suroriental (Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Myanmar, Camboya, Laos y Brunéi), son fuente de mano de obra barata y abundante, a cambio de lo que reciben importantes entradas de capital de los vecinos más ricos, 80% de China. Por su parte bloque del sur incluye India, Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka, entre los más pobres, con una vigésima parte del PIB per cápita de Asia desarrollada.  Están mal integrados con el resto, pero disponen de una población muy joven y avances en comercio y servicios empresariales. Solo India suma 13,2 % de las exportaciones mundiales de tecnología de la información y comunicaciones, en comparación con 7,5 % de EE. UU.

También es verdad que países como EE. UU. han relocalizado –traído de vuelta desde el extranjero 220.000 puestos de trabajo en 2022-. Parte es reacción post-Covid, pues las empresas han descubierto la fragilidad de sus cadenas de suministro internacionales y hecho esfuerzos por limitarlas.  De todas formas, esta tendencia existía antes de Covid.  Incluso las tensiones geopolíticas han alentado la relocalización.  Pero hay límites, porque la ventaja competitiva de un país en la producción de algunos bienes y servicios no desaparecerá.  Además, aunque Covid ha causado interrupciones al comercio de bienes, ha abierto vías de expansión a los servicios, habiendo dejado claro que la tecnología de la comunicación facilita la internacionalización. Ya no se trata solo de centros de atención al cliente en la India. Se ha abierto la competencia internacional a los servicios financieros, jurídicos, ingeniería, arquitectónicos, consultoría y publicidad y marketing.

Incluso la próxima globalización puede ser desencadenada por otra innovación: la inteligencia artificial, donde China está a la vanguardia.

Además, los comentaristas se fijan en que el comercio mundial de bienes alcanzó máximo en 2008 y que ha estado en tendencia a la baja, pero ignoran que una parte sustancial de esa disminución se debe a que China ha internalizado los procesos de fabricación a medida que se ha desarrollado.  Así, la producción de un bien de electrónica de consumo antes implicaba transporte a Taiwán y viceversa, incluso dos o tres veces. Pero ahora todo el proceso de fabricación se lleva a cabo en China. A esto se añade que, a medida que maduran las economías, las exportaciones de servicios casi se han duplicado desde 2008, y no contabilizan en el libro mayor de la «globalización, a pesar de que es casi seguro que la participación del comercio de mercancías en el PIB mundial siga disminuyendo.

En todo caso, es probable que el volumen real del comercio de bienes crezca tras una década de movimientos laterales. Los datos preliminares en 2023 ya muestran un cambio al alza.

A esto se añade que, a medida que aumente la importancia económica de Asia aumente, la región asumirá un papel más importante en los mercados financieros mundiales, con mayor inclusión en los índices globales.  Incluso es probable que implique la formación de un bloque renminbi de facto. La correlación entre la moneda china y las de otras economías asiáticas era nula en 2006, pero ha aumentado.  Actualmente el bloque renminbi representa una cuarta parte del PIB mundial, equivalente a la euro zona y a medida la región asiática se integra y desarrolla, es probable que la proporción aumente.  Con todos los flujos mundiales de capital hacia Asia, que en 2001 suponían 10,2% del total mundial, pueden llegar al 23,64 % para 2030.  En ese mismo período, los flujos hacia EE. UU. se pueden reducir del 23,6% al 18,5%.  En todo caso, Asia incluido Japón, puede suponer 33% del PIB mundial para 2030, frente a 26 % en el año 2000, mientras que EE. UU. solo 20 % frente a 32 % del año 2000.

 

 

Patrick Zweifel, economista jefe de Pictet AM

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