Pío y Posada

12/12/2011

Luis Díez.

Cuando era presidente de la Junta de Castilla y León gracias al voto de los constructores burgaleses amigos de su amigo Michel Méndez Pozo, José María Aznar acudió un día a ver cómo iban las obras de restauración de la catedral de Burgos, esa joya de piedra cuyos desprendimientos amenazaban a los feligreses desde los últimos años del franquismo, y quedó tan admirado con las explicaciones del arquitecto conservador, que era Pío García Escudero, que le preguntó si quería colaborar con él en el Gobierno autonómico. Pío contestó afirmativamente. El inmenso patrimonio histórico y cultural de Castilla y León necesitaba y necesita mucha atención, pues es una de las mayores riquezas con las que contamos en España. De este modo saltó Pío a la política, en la que ahora, después de dos legislaturas como portavoz del Grupo Popular en el Senado, alcanza la presidencia de la Cámara Alta a propuesta de Mariano Rajoy en la Junta Nacional de su partido. García Escudero, que dirigió la campaña electoral de 2008 y recibió duras críticas por la pérdida, ya había dicho que no deseaba ser ministro. Su promoción en la cámara de segunda lectura parecía cantada, pues ha sido, además, el senador más votado.

Más opciones tenía el dirigente del PP y futuro presidente del Gobierno para elegir candidato a presidir el Congreso. Al descartar a Jorge Fernández Díaz y a Ana Pastor, personas de su máxima confianza, y proponer a Jesús Posada, ha lanzado la señal de que los dos primeros podrían ser ministros. Posada, que fue ministro de Agricultura y de Administraciones Públicas con Aznar y suele decir que “la condición de ex ministro ya no se borra de la biografía”, es un hombre tranquilo, dialogante y conciliador, que gusta pasear por la noche, después de cenar, fumándose un puro. Acumula vivencias y anécdotas sabrosísimas y es un excelente conversador. La elección de Rajoy, con el que mantiene una larga amistad, no ha podido ser más acertada desde el punto de vista parlamentario y periodístico. En las dos últimas legislaturas, Posada presidió la Comisión de Presupuestos, cuyas largas sesiones, a veces de 12 y 16 horas, son difíciles de soportar, y lo hizo sin perder el punto de flexibilidad, tolerancia e ironía que le caracteriza.

También este soriano participó en la administración autonómica de Castilla y León con Aznar. Y cuando el entonces presidente autonómico dio el salto a Madrid para hacerse cargo de la jefatura del partido, Posada le sustituyó como presidente de la Comunidad Autónoma. Entonces circulaban unas informaciones sobre la forma nada clara del consejero de Economía y Hacienda, Miguel Pérez Villar, de distribuir las subvenciones a la minería. ¿Y qué dirán que hizo el presidente Posada? Algo tan sencillo como quitarle la firma y dársela al consejero de Cultura. Las denuncias contra Pérez Villar –que tendrá como vecino en Renueva (León) al ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero– llegaron al Tribunal Supremo, que lo condenó e inhabilitó por ocho años para ejercer cargo público. Antes ya lo había inhabilitado Posada. Otros ejemplos de perspicacia se podrían añadir para adornar la figura del nuevo presidente del Legislativo que este martes, 13 de diciembre, sustituirá al no menos perspicaz José Bono. Todo se andará. Sirva de homenaje a la perspicacia del manchego la frase que eligió para empezar su discurso el pasado 6 de diciembre durante el festejo del 33 aniversario de la Constitución: “Una vida sin fiestas se asemeja a un camino sin posada”. Así lo escribió Cervantes. Y así desveló Bono el nombramiento de su sucesor. Pero nadie se enteró.

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