Primero, las buenas noticias: la inflación en la Eurozona sigue bajando. En julio descendió al 5,3%, frente al 5,5% del mes anterior. Los precios de la energía volvieron a ser el principal motor de ese descenso, con una caída del 6,1% en julio. También hay indicios de una ligera disminución de los precios de los alimentos, pero menor de la esperada. Con un 10,8%, el aumento sigue siendo demasiado fuerte y supone una carga para los presupuestos familiares. El índice subyacente, por su parte, no disminuyó y se mantuvo sin cambios en julio (5,5%).
Mientras que los precios de los bienes duraderos siguieron bajando (5% en julio), los de los servicios subieron del 5,4% en junio al 5,6% en julio. Dado que los costes salariales tienen un gran impacto en estos precios, es probable que el BCE vea esto con preocupación.
En la rueda de prensa del pasado jueves, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, dejó claro que todas las cifras y números serán relevantes para la decisión de política monetaria que se tome en la próxima reunión de septiembre. En nuestra opinión, los datos de inflación de hoy, especialmente el precio de los servicios, no son todavía un indicio de por qué el BCE no debería subir los tipos de interés oficiales en septiembre.
Ulrike Kastens, Economist Europe para DWS
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