«Contrariamente a lo que esperaba la mayoría de los analistas y deseaban los consumidores, la tasa de inflación de la zona euro no bajó en agosto, sino que se mantuvo en el 5,3%. La tasa subyacente (la que excluye la energía y los alimentos) también se mantiene obstinadamente alta, y sólo bajó al 5,3% desde el 5,5% del mes anterior», comenta Martin Moryson, Chief Economist Europe para DWS.

Los precios de la energía cayeron algo más del 3% respecto a hace un año, debido en gran medida al efecto base. En conjunto, la energía sigue siendo un 50% más cara que antes de la crisis.

Los precios de los alimentos aumentaron algo menos del 10%, lo que los convierte en una quinta parte más caros que antes de la invasión.

«Sin embargo, lo que realmente preocupa al BCE es que el precio de los servicios haya aumentado alrededor de un 5,5%. Un factor clave son los salarios. La cuestión para el BCE es si la ralentización económica que estamos experimentando es ya suficiente para mantener los salarios bajo control en el futuro», apunta este experto.

«Los datos de hoy indican que no se ha llegado ni mucho menos a un «todo despejado» y hacen que una subida de los tipos de interés en la próxima reunión del BCE sea una opción muy probable», concluye.