Los mercados creen que China reacciona tarde y con lentitud

04/09/2023

Miguel Ángel Valero. El sector inmobiliario es responsable de un tercio del crecimiento económico y representa hasta el 70% de la riqueza de los hogares.

Alexis Bienvenu, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE), cree que «el episodio chino de la COVID-19 solo sirvió para enmascarar temporalmente la frágil dinámica del mercado inmobiliario». «La crisis no hace sino agravarse en un sector que representa casi el 30 % del PIB, o dos tercios del patrimonio de los hogares chinos. Se han anunciado nuevas medidas de estímulo, se ha conminado a los bancos a reducir los tipos de interés de los préstamos inmobiliarios, se han flexibilizado las reservas obligatorias en moneda extranjera y se han reducido los pagos a cuenta para realizar una inversión inmobiliaria», añade.

«Esto debería permitir que el mercado no se desmoronase totalmente, pero las autoridades chinas están reaccionando tarde y con lentitud. ¿Por qué tanta moderación? ¿Se debe a una falta de medios o, por el contrario, estamos ante un ejercicio de sabiduría de unas autoridades que tratan de evitar una estimulación excesiva, corolario de una política anterior que finalmente condujo a la burbuja que está en vías de explotar?», cuestiona.

«Los medios con que cuenta China para aplicar estímulos son limitados actualmente debido a la colosal deuda acumulada desde la crisis mundial de 2008, que se combatió a golpe de endeudamiento masivo en el país, como en el resto del mundo. El endeudamiento total de China —no solo el de la Administración central— ha pasado del 160% del PIB en 2008 hasta el 360% en 2022. No se puede plantear aumentar aún más esta carga de por sí pesada, sobre todo en un periodo de inflación nula, incluso negativa», responde.

«Pero también se puede formular la hipótesis —la certidumbre es una quimera en esta materia— de que la decisión de Xi Jingping de no aumentar sobremanera el endeudamiento obedece a un objetivo a largo plazo: la estabilización de las finanzas públicas, sobre todo locales, so pena de afrontar una grave crisis inmobiliaria, deteniéndose antes de llegar a un punto de ruptura sistémico», advierte.

«Las consecuencias para la economía mundial no pueden soslayarse. Una China que se despuebla, cuyo crecimiento pasaría de forma estructural a situarse por debajo del 5%, quizá el 4 % o incluso el 3 %, durante los próximos años, supone una merma para el crecimiento mundial, sobre todo para las industrias occidentales que cuentan con el consumidor chino y para las compras de bonos extranjeros por parte de China, que han ayudado claramente a Occidente a endeudarse», insiste este experto.

«De este tifón financiero de baja intensidad no hemos visto todavía todas sus consecuencias, pero no todas son negativas. Una China menos rutilante puede percibirse como un competidor menos peligroso para el dominio estadounidense, lo que podría atenuar su confrontación. Eso podría contribuir también a concentrar la atención mundial en retos más concretos, como la transición hacia una economía con menos emisiones de carbono, meta a la que China aporta esfuerzos que muchos otros países eluden», subraya.

Por su parte, James Donald, director y gestor de mercados emergentes de Lazard Asset Management, coincide en que «en el centro de las turbulencias económicas de China se encuentra una crisis inmobiliaria cada vez mayor». Country Garden incumplió un pago relativamente pequeño de intereses y principal de su deuda, aumentando la preocupación por un contagio sistémico. Posteriormente, Evergrande, que ha sido un problema desde 2021, se declaró en quiebra en Estados Unidos, empañando aún más la confianza de los inversores en el sector inmobiliario chino y en la economía en general.

«A esto se añade una caída de la confianza de los consumidores. Tras un auge inicial por el final de la política “Covid cero” en el primer trimestre de 2023, los índices de gestores de compras (PMI) y las exportaciones han experimentado un fuerte descenso. Se esperaba compensar este con un repunte de la demanda interna, pero los consumidores han mostrado una importante contención en sus hábitos de gasto. En los últimos meses se ha observado un tibio crecimiento de las ventas al por menor, mientras que el ahorro de los hogares ha aumentado, lo que indica una creciente falta de confianza en el futuro», apunta.

El sector inmobiliario es responsable de entre un cuarto y un tercio del crecimiento económico y representa hasta el 70% de la riqueza de los hogares. «Pero los problemas económicos del país se han extendido mucho más allá. La persecución de la “prosperidad común” por parte de la actual administración china ha provocado cambios significativos en sectores como el comercio electrónico, la educación en línea y el transporte compartido, ya que las empresas se han visto obligadas a priorizar el control estatal sobre el rápido crecimiento de los ingresos y los beneficios», explica.

«Al mismo tiempo, Occidente ha respondido a la creciente importancia de la tecnología como preocupación de seguridad nacional aislando activamente sus mercados de los productos tecnológicos chinos. Además, la alianza estratégica de China con Rusia durante el conflicto de Ucrania ha exacerbado las tensiones con las naciones occidentales, desencadenando un fuerte descenso de la inversión extranjera directa», añade.

El experto de Lazard AM subraya que «China no ha aplicado aún las medidas adecuadas para estimular el consumo interno y dirigir las inversiones hacia las industrias en crecimiento. Ha optado por ajustes menores, como la bajada de los tipos de interés y el aumento de la liquidez del mercado, que no han logrado reforzar la confianza de los consumidores ni de las empresas. La falta de políticas eficaces plantea una amenaza potencial de espiral de deuda y deflación si no se inicia una recuperación para 2024. Según las proyecciones del FMI, China crecerá un 5,2% en 2023, un objetivo alcanzable».

«Sin considerarla «ininvertible», el éxodo de capitales de China y el empeoramiento del panorama económico suscitan preocupación. Identificar las oportunidades más atractivas en China requiere un enfoque activo que se centre en empresas concretas con un conjunto específico de características, incluidos niveles elevados y sostenibles de productividad financiera. La consideración del riesgo político en las decisiones de inversión también será probablemente crítica en los próximos meses y años», advierte.

Pero reconoce que las empresas chinas, representadas por el índice MSCI China, «están cerca de algunas de las valoraciones más bajas de su historia. Desde el punto de vista de la inversión, muchos sectores y empresas de China son mucho más atractivos ahora que en el pasado. La clave para encontrar oportunidades es identificar las empresas que están en el lado correcto de la reforma normativa y evaluar cuidadosamente su salud financiera utilizando los mismos parámetros que se utilizarían en cualquier otro mercado».

China es demasiado grande como para ignorarla: alberga la mayor población del mundo, con más de 1.400 millones de habitantes, y la clase media de más rápido crecimiento. «Los inversores deben proceder con cautela y evitar los extremos. Realizar un éxodo masivo de China debido al riesgo político percibido -como muchos inversores trataron de hacer en 2021 y 2022- puede no ser práctico dado el tamaño del país, su potencial de crecimiento económico, su peso  en la capitalización bursátil del MSCI EM Index y el número de componentes del universo de mercados emergentes: las empresas china constituyen casi el 30%», remarca.

«Los inversores deben vigilar de cerca las medidas que tomen los funcionarios del Gobierno y las empresas, que podrían afectar a los niveles de confianza. Lo que realmente asusta a la gente es si la inacción del Gobierno va a provocar realmente la caída en picado del sector inmobiliario y, por extensión, arrastrar la confianza de los consumidores y la situación macroeconómica», concluye.

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