«China está experimentando una crisis de confianza, lo que aumenta el peligro de una crisis total. Sin embargo, nuestro escenario sigue siendo relativamente positivo, ya que también vemos importantes fortalezas estructurales», señala Bjorn Jesch, CIO de DWS.
«El desplome del mercado inmobiliario es el núcleo de varios de los principales problemas estructurales de China, haciendo que el flujo de malas noticias sea persistente. Consideramos que Pekín no responderá con inyecciones fiscales masivas, sino con reformas estructurales específicas, especialmente para reforzar el sector privado. Seguirán existiendo muchos obstáculos, siendo el principal la crisis de confianza. Aun así, esperamos un crecimiento de casi el 5%, tanto para este año como para el próximo; ya que los puntos fuertes de China no han desaparecido de la noche a la mañana», argumenta.
«El torrente de noticias negativas procedentes de China parece no tener fin. El crecimiento económico del segundo trimestre supuso una decepción. Por primera vez desde 2017, está fluyendo más dinero de los inversores hacia el resto de Asia que hacia la propia China. En el conflicto con EEUU, vemos una escalada en lugar de una relajación. Los precios de las acciones y los bonos de muchos promotores inmobiliarios se han desplomado, lo que a su vez provoca desequilibrios entre otros proveedores de servicios financieros. En el sistema bancario en la sombra, hay desequilibrios vinculados al mercado inmobiliario. Además, el yuan ha perdido casi un 8% de su valor frente al dólar, desde su máximo a mediados de enero», añade.
Para abordar algunos de estos problemas, la dirección del Partido Comunista chino presentó un programa de reformas el 24 de julio. Sin embargo, la respuesta positiva se desvaneció en pocas semanas. La impresión que se formó entre amplios sectores de la población desde el fin de las restricciones de la Covid se ha mantenido. Por un lado, es poco probable que se dé un fuerte impulso a las empresas y los consumidores para estimular la economía. Las palabras del Gobierno no suelen ir seguidas de hechos, por lo que la incertidumbre persistirá. Además, la comunicación por parte del propio gobierno parece inadecuada; hecho del que los observadores extranjeros también se han percatado. Un claro ejemplo es la interrupción brusca de la serie de datos que muestran el alto desempleo juvenil. También se puede acusar a algunos medios de comunicación occidentales de practicar una comunicación inadecuada, ya que actualmente toda la cobertura de la prensa china parece centrarse en los acontecimientos negativos. China mantiene sus fortalezas en algunas industrias de alta tecnología, en el tamaño de su mercado interior, en el bajo endeudamiento de los propietarios de viviendas, en la escasa deuda exterior, así como en el creciente sector de los servicios y la deuda externa
Los retos a corto plazo se unen a los problemas estructurales
«Cabe añadir los retos a largo plazo; desde la disminución de la población activa como las consecuencias de las medidas estadounidenses para restringir los envíos de productos tecnológicamente importantes; los elevados niveles de deuda de los gobiernos locales y sus vehículos de financiación, la cuestión de si los dirigentes de Pekín están dispuestos a dar al sector privado y a los mercados financieros el margen de maniobra que necesitan para establecerse internacionalmente, incluso en los sectores de mayor valor, y permitir que la «nueva economía» gane importancia. El reto global lo plantea un Gobierno que vuelve a actuar de forma más centralizada, lo que podría resultar perjudicial», apunta este experto.
«El mayor reto de China reside en el desequilibrio simultáneo del sector inmobiliario y dos sectores estrechamente relacionados: el sistema bancario en la sombra y los vehículos de financiación de las autoridades locales. Aquí existe la amenaza de una espiral descendente, cuyo calendario no es previsible, sobre todo porque una gran cantidad de viviendas, tanto terminadas como inacabadas, está obstruyendo el mercado y erosionando aún más la confianza», subraya.
El gráfico muestra el ascenso y la caída del sector inmobiliario cotizado; el índice ha caído casi tres cuartas partes desde su máximo. En la economía real, esto se refleja en el rápido descenso de las hipotecas para nuevos compradores de vivienda: recientemente ha caído por primera vez a terreno negativo en términos interanuales. Aún no se vislumbra un mínimo ni para la serie temporal inmobiliaria ni para la hipotecaria.
«Esperamos más titulares negativos de esta combinación de crisis inmobiliaria, financiera y de confianza; sobre todo porque no esperamos que el gobierno esté dispuesto a intentar invertir las tendencias con una intervención masiva. Eso puede ser una decepción para los inversores, pero entendemos que sería contraproducente a largo plazo. Pekín quiere recortar el volumen y el endeudamiento de este sector hasta un nivel saludable, aunque ello implique dificultades financieras para las empresas individuales o los propietarios. Encontrar el equilibrio adecuado entre reformas selectivas que fomenten la confianza y medidas para reducir los riesgos sistémicos será el principal reto de Pekín en los próximos meses», recalca.
El análisis de DWS pone el foco en los puntos fuertes de China, como l rápido aumento de las ventas de coches eléctricos, la expansión de las energías renovables y la difusión de infraestructuras de telecomunicaciones de última generación.
«Creemos que la dirección del Partido Comunista está dispuesta y es capaz de abordar algunos de los problemas que presenta el país. Esto incluye tomar medidas para mejorar las condiciones del sector privado, la promoción de industrias prometedoras y una reorganización de las finanzas de los gobiernos locales que no dependa de los ingresos del mercado inmobiliario. Pero también comprendemos el escepticismo de que una dirección del partido, que hace poco recortó el sector privado y favoreció a las grandes empresas estatales, cambie de rumbo. Sin embargo, los numerosos retos a los que se enfrenta el Gobierno hacen que, probablemente, sea consciente de la necesidad de que no hay alternativa a tomar medidas al respecto. El presidente Xi Jinping demostró el año pasado que es capaz de ser pragmático cuando, debido a la presión de la población, puso fin a las estrictas medidas de bloqueo para contener la Covid», concluye.
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