#seacabo

08/09/2023

Maite Vázquez del Río.

Hay muchas formas de decirlo. ¡Basta ya! se hizo popular en la década de los 90 del siglo pasado cuando ETA mató a Miguel Ángel Blanco, con las palmas de las manos teñidas de blanco. Luego llegaron los lazos de todos los colores, dependiendo sobre lo que se quería denunciar o reivindicar, pero las redes sociales han dado un vuelco a todas las reivindicaciones, resumidas en un hashtag. Y así llegamos al ‘penúltimo’ más extendido: #seacabo. Ha llegado para quedarse para denunciar el machismo. En la década pasada fue el norteamericano «me too».

El caso Luis Rosales ha dado la vuelta al mundo, y aquí en España, por los protagonistas del caso: Luis Rubiales, el exjefe del fútbol español, exultante de testosterona y euforia machista, y Jenni Hermoso, la asalariada campeona del mundo que, siendo víctima, muchos quieren convertir en verdugo. Hasta sus compañeros masculinos de selección no han dado su apoyo abierto, como cuando Vinicius Jr. fue objeto de ataques racistas. Nada que ver ni en rapidez ni en intensidad de la respuesta. Más bien, el comunicado ‘obligado’ para lanzar balones fuera, fue para que no se les preguntara por el caso. Incluso algunos decían que si no existía denuncia por algo sería.

Y Jenni Hermoso ha denunciado. Su caso se verá hasta en el Eurocámara y hasta puede que la justicia australiana tenga algo que decir. La Fiscalía española se lo pedía a la jugadora, y 15 días después ha denunciado. Si se observan las tertulias, las imágenes de televisión, se ve más a Jenni Hermoso, a la víctima, que al agresor, el jefe Luis Rosales. Y lo que más se repite es el beso infame.

#seacabo. Ya está bien de que los manoseos, besos robados, abusos de todo tipo, abusos psicológicos, acosos sin sentido, envidias traducidas en acoso, abusos de poder simplemente por ser el «jefe» que, aunque lleno de incompetencias e ignorancias, les sirve para aplastar a la mujer. Ya está bien de criticar y hablar mal de las mujeres, menospreciarlas y poner en ellas el foco para esconder su ignorancia, incompetencia y nulidad. Ya está bien de aprovecharse del trabajo de ellas para colgarse medallitas y estrellas.

El mundo del fútbol parecía coto vedado para los machos alfa, liderados por las grandes estrellas, algunos de los cuales están ahora dando cuentas ante los tribunales, como Dani Alves. Con sueldos que no dejan vivir a unas y que, sin embargo, a otros les deja en la abundancia caprichosa. De 16.000 euros anuales que cobra una futbolista a 182.000 euros que cobra como mínimo un futbolista. ¿Es esta la diferencia entre las mujeres y los hombres en todos los ámbitos? Vale que hasta ahora no generaran tantos ingresos, pero Alexia Putellas ya vende más camisetas en la tienda del Barça que muchos de sus compañeros del equipo masculino. Y los estadios de fútbol comienzan a llenarse para ver los partidos de las «chicas», un modo de referirse a ellas que también pone de relieve la diferencia.

¡Se acabó! nos cantaba la recién desaparecida María Jiménez. Una mujer que vivió en sus carnes la brutalidad masculina, una luchadora sin igual por vivir y vivir como ella quería, en libertad. #seacabo es la versión de la segunda década del siglo XXI de las mujeres, pese a que muchos les cueste entender que, si hacemos algo igual, meremos lo mismo; que el poder no se ejerce para menoscabar ni pisotear y atacar la dignidad de la mujer. Por poco que se hable, han ganado un mundial de fútbol y su juego es alabado por la mayoría del planeta. La jerarquía en manos de hombres los hace machistas, y tan culpables son los que hacen como los que dejan hacer. Jorge Vilda ha sido una muestra de cómo ejercen el poder los jefes sobre ellos y cómo el miedo aplaude lo deleznable y hace presionar a quien sea para ocultar la verdad, pero es también un ejemplo de que los que no defienden los derechos de sus jugadoras son tan cobardes como machistas.

#seacabo

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