Bruselas mejora las perspectivas pero la parálisis política dificulta inversiones y reformas

11/09/2023

Miguel Ángel Valero. La ralentización del desembolso de fondos de la UE frenará el crecimiento económico y presionará las finanzas públicas, advierten en Scope Ratings.

La Comisión Europea calcula que la economía española crecerá un 2,2% en 2023, lo que supone una mejora de tres décimas con respecto al 1,9% del pronóstico de primavera y se sitúa también por encima de las previsiones tanto de la Eurozona como del conjunto de la Unión Europea, ambas con un pronóstico de crecimiento del 0,8%, y que implica un descenso, respectivamente, de tres y dos décimas respecto a las predicciones de mayo.

España lidera así la previsión de crecimiento en 2023 de las seis mayores economías de la UE: Alemania (-0,4%), Francia (1%), Italia (0,9%), Países Bajos (0,5%) y Polonia (0,5%).

No obstante, la Comisión Europea espera que el crecimiento real del PIB español se modere hasta el 1,9%, frente al 2% previsto en primavera, una ralentización que Bruselas atribuye al debilitamiento de la actividad económica prevista para finales del actual ejercicio, que se prolongará al menos hasta el primer semestre de 2024.

Bruselas también revisa a la baja el crecimiento de la economía de la UE del 1,7% estimado en primavera al 1,4%, así como el de la zona euro, que baja del 1,6% al 1,3% en 2024.

La mejor evolución, también en inflación

La Comisión Europea pronostica también una reducción de la inflación española hasta el 3,6% para 2023, cuatro décimas por debajo del descenso augurado en mayo. Y sube dos décimas la previsión de reducción, hasta el 2,9%, para 2024.

Esta cifra se sitúa, además, muy por debajo del pronóstico comunitario de inflación, que se prevé que se sitúe en el 6,5% en toda la Unión Europea para 2023 –frente a la anterior previsión del 6,7%– y descienda hasta el 3,2% en 2024, también una décima por debajo de las previsiones de mayo.

En lo que respecta a la Eurozona, la inflación se ha revisado a la baja para 2023 con respecto a la primavera, pasando del 5,8% al 5,6% para 2023, pero aumenta una décima y sube al 2,9% para 2024.

Esta nueva desaceleración se prevé a pesar de la presión al alza derivada de la esperada desaparición gradual de las medidas gubernamentales aplicadas para mitigar el impacto de los elevados precios de la energía.

De forma más gradual disminuirá la inflación subyacente, que excluye la energía y los alimentos, ya que la repercusión de los elevados precios persistirá durante el primer semestre de 2023.

Calviño destaca que España será la economía que más crezca

La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital en funciones, Nadia Calviño, aplaude las previsiones publicadas por Bruselas: «En un contexto de ralentización de la economía europea e internacional, se confirma que España será la gran economía europea que más crezca en 2023 y con la menor inflación».

Además, destaca que para 2024 la Comisión vaticina que España siga liderando el crecimiento en la zona euro.

«Nuestra política económica funciona y nos permite afrontar con confianza el complejo momento actual de ralentización económica tanto en Europa como a nivel internacional», subraya Nadia Calviño.

Scope: la parálisis política empaña las perspectivas de inversión

Pero los mercados no se muestran tan optimistas como la Comisión Europea o Nadia Calviño. Jakob Suwalski y Alessandra Poli, analistas de calificaciones soberanas y del sector público de Scope Ratings, avisan que, en el caso de España, «la parálisis política empaña las perspectivas de inversión, lo que entraña riesgos para el crecimiento y la consolidación fiscal».

Los retrasos en la formación de un nuevo Gobierno tras las elecciones anticipadas de julio pueden ralentizar el desembolso de fondos de la UE, que constituyen un importante catalizador para nuevos proyectos de inversión, lo que frenaría el crecimiento económico y presionaría las finanzas públicas.

Para España (A-/Estable, para esta agencia de rating) es crucial que la inversión se desbloquee para lograr un crecimiento y un empleo sostenibles. La formación de capital fijo se ha estancado, con lo que ha quedado rezagada con respecto al resto del sur de Europa, especialmente Italia (BBB+/Estable) y Portugal (A-/Estable).

«El riesgo es que esto limite las perspectivas de crecimiento a largo plazo de España. El escaso nivel de inversión del país explica en parte el mediocre mercado laboral. El desempleo del 12,8% en el primer trimestre de 2023 era más del doble de la media de la Eurozona y se comparaba con el 11,8%, el 7,8% y el 6,9% de Grecia, Italia y Portugal, respectivamente», advierten los expertos de Scope

Además, el largo periodo de desapalancamiento experimentado por el sector privado tras la crisis financiera mundial de 2008-2009 ha frenado la inversión, aunque el saneamiento de las finanzas de las empresas y los hogares es visible en la mejora de la balanza por cuenta corriente y la posición de inversión internacional neta.

En la última década, la balanza por cuenta corriente pasó de registrar déficits recurrentes a presentar un superávit del 0,5% del PIB en 2022, un cambio significativo respecto al déficit del 9,4% de 2007.

La posición de inversión internacional neta (PIIN) negativa de España, también ha mejorado hasta el 61% en 2022 desde alrededor del 85% del PIB en 2007, impulsada en parte por el desapalancamiento externo, el aumento del ahorro y una inversión más eficiente, especialmente en el sector energético. España se ha hecho menos dependiente del capital extranjero.

«Esperamos que la tendencia positiva de la balanza por cuenta corriente de España persista, gracias al floreciente turismo interno y a la expansión de los proyectos de energías renovables, respaldados por una amplia capacidad de este tipo de energías», señalan en Scope.

Sin embargo, el endurecimiento de la política monetaria y el aumento de los intereses suponen un nuevo freno para la inversión del sector privado, al incrementarse los costes de los préstamos. La reticencia de las empresas a invertir se refleja en la de los hogares, que tienen presente el impacto económico de la pandemia, el aumento del coste de la vida y, posiblemente, la creciente ansiedad por los ingresos de jubilación a medida que envejece la población española.

El papel de la inversión pública y el desembolso de los fondos de la UE adquieren una importancia adicional en el contexto de estos impedimentos cíclicos y estructurales a la inversión del sector privado, aunque no puedan sustituirla totalmente en términos de creación de empleo e impulso del crecimiento a largo plazo.

España ha recibido hasta la fecha 37.000 millones€ de los 164.000 millones asignados a los fondos de recuperación de la UE (el 12,4% del PIB de 2022, incluidos 77.200 millones en subvenciones y 84.000 millones en préstamos), lo que indica que queda mucho trabajo por delante para aplicar la estrategia de inversión, para la cual un consenso político amplio será probablemente un componente crucial.

«Dado que ni el presidente del Gobierno socialista en funciones, Pedro Sánchez, ni el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, tienen posibilidades claras de formar una mayoría parlamentaria, existe el riesgo de un bloqueo político prolongado que frene el despliegue de los fondos de la UE y la reforma fiscal y económica estructural. Si ello condujera a un crecimiento más lento de lo previsto, complicaría los esfuerzos del Gobierno por mejorar las finanzas públicas», insisten en Scope.

Las nuevas normas fiscales de la UE ponen a prueba el saneamiento presupuestario

«Esperamos que la Comisión Europea adopte normas fiscales revisadas a finales de año que serán menos estrictas en cuanto al calendario y la senda para alcanzar los objetivos fiscales. Esto refleja el reto común de varios Estados miembros de la UE, entre ellos España, Francia y Bélgica, de reducir los déficits por debajo del 3% del PIB», apuntan en la agencia de calificación.

Aun así, para ajustarse a las reactivadas normas fiscales de la UE el año próximo, es crucial una política fiscal prudente. En 2022, el déficit fiscal de España se redujo al 4,8% del PIB desde el 6,8% de 2021. El aumento del gasto social y sanitario pondrá a prueba la consolidación fiscal. Proyectamos un déficit del 4,4% del PIB en 2023 y del 3,2% en 2024, reduciéndose más lentamente que las estimaciones del gobierno (3,8% y 3,0%), suponiendo que no haya esfuerzos adicionales de consolidación.

El ratio deuda/PIB de España disminuirá gradualmente hasta alcanzar el 108% a finales de 2024, desde el 113% de 2022, en línea con las previsiones para Francia (112%), Bélgica (108%) y Portugal (103%), pero por debajo de Italia (141%), siempre que el crecimiento del PIB no decepcione.

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