La destrucción de la Amazonía no es solamente «una falta de respeto a la Tierra», porque están destrozando territorios «que ya no les servirá a ellos, sino tampoco a sus hijos ni a sus nietos». El mensaje que lanzan los huachiperi desde la Amazonía peruana es toda una llamada de atención: la humanidad se está pegando un tiro en el pie.

Lo dice, de otra manera, Arturo Valls en el documental ‘La selva de cristal’, dirigido por Gerardo Olivares, con José Ramón Mena como productor ejecutivo, y hecho realidad gracias a la organización empresarial de corredores de seguros Cojebro y a varias aseguradoras (Allianz, AXA, Generali, Occident, Reale y Zurich): «el pulmón del planeta» es transformado por «un fumador empedernido con tos de camionero».

Pero el gran mérito del documental es que no se limita a mostrar los efectos de la deforestación y de la minería ilegal, aunque eso de por sí justifica que sea visto y que se reflexione sobre lo que cuenta. En 2020 la Amazonía perdió 2,3 millones de hectáreas, el peor dato en el siglo. Si en 1954 había un 64% de zonas vírgenes, en 1978 ya era el 59%. Y en 2020, el 33%. Y menguando.

En un mundo donde «la única ley la marca el oro» resulta que para extraer ilegalmente ese metal precioso, se utiliza el mercurio, por lo que no solo se contamina el río sino las poblaciones que viven de él, ya que comen peces que contienen éste, transmitiendo grandes enfermedades.

«La selva de cristal» no se queda en la denuncia o en la lágrima. Aporta soluciones. Como la lección que da Oxizonia con una reserva en la Amazonía peruana para la conservación y restauración de la selva destruida por el ser humano.

En el documental se ve cómo monos aulladores tratan de boicotear la conversación entre Arturo Valls y José Ramón Mena, el alma mater de la iniciativa que, en 17 años, ha plantado 150.000 árboles. Al presentador le tocó el honor de plantar el árbol número 150.001.

También está el testimonio de Marianne Van Vlaardingen, productora de campo del documental y presentada por Arturo Valls como «una experta en monos que ahora analiza humanos, no es que haya cambiado mucho su área de estudio».

‘La selva de cristal’, con guión y montaje de María Luna, imagen de dron y foto fija de Benya Acame, y edición y mezcla de sonidos de Juan Ferro, termina con unas decisiones fáciles de poner en marcha, como insiste Arturo Valls, para tratar de impedir que la humanidad siga pegándose un tiro en el pie. O al menos para intentar poner remedio a un ser humano que, por no respetarse a sí mismo, ofende a la Naturaleza y a su propia supervivencia como especie.