En la actualidad las redes sociales forman parte del día a día de la mayor parte de la población, especialmente en la más joven, ofreciendo infinidad de oportunidades y
posibilidades. Sin embargo, su uso compulsivo puede llegar a afectar a
la salud mental, ocasionando problemas de aislamiento, ansiedad o
estrés, autoestima, o alteraciones del sueño, entre otros efectos.
Las redes sociales son herramientas que pueden favorecer la
socialización y el aprendizaje, pero resulta necesario ser consciente
de los peligros que acarrean y buscar un uso equilibrado. Esto es
especialmente notable en la población nativo-digital; es decir, la
Generación Z, que ha crecido con las nuevas tecnologías desde el
inicio.
De hecho, tal y como señala el Instituto Nacional de
Estadística (INE), hasta un 93% de los españoles entre 16 y 24 años
utiliza estas herramientas a diario. No obstante, el hecho de
sustituir actividades básicas de la vida cotidiana por pasar tiempo en
estas plataformas puede derivar en afecciones y trastornos mentales,
como la ansiedad, estrés o incluso alteraciones del sueño. Además, la
interacción social únicamente a través de una pantalla puede generar
un alejamiento del contacto directo con las personas.
Es más, según los datos del estudio Cigna Well-Being 360, un 70% de la población
española considera que no hace un uso adecuado de las redes sociales o
que tiene cierta adicción, siendo este problema de uso excesivo de
redes sociales una cuestión de sanidad pública, tal y como reconoce la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Actualmente nos encontramos en un punto en el que la población,
especialmente la más joven, tiene una visión positiva de las redes
sociales, como herramienta que simplifica el proceso de relacionarse.
Sin embargo, muchas veces no somos conscientes de que, un mal uso de
las mismas, no solo puede tener efectos negativos en la parte social,
sino también, y lo que es más preocupante, en la salud mental. Es
importante, en este punto, concienciar y formar a los usuarios de
estas plataformas de los problemas derivados de estar siempre
conectados e intentar controlar el tiempo que se pasa en ellas, así
como el contenido que se consume. Entendiendo que son una herramienta
y no un sustituto de la vida real.”, así como destaca Elena Luengo,
directora de innovación de Cigna Healthcare España.
Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, los expertos de Cigna
Healthcare pautas para que las redes sociales sean una herramienta de
apoyo y no acaben siendo perjudiciales para el bienestar mental y
emocional:
- · No es necesario estar en todo. El miedo extremo a no estar
presente en una experiencia o actividad puede aumentar los niveles de
ansiedad social. Este fenómeno, popularmente denominado FOMO (miedo a
perderse algo, por sus siglas en inglés), suele afectar especialmente
a jóvenes que se sienten solos, y que tienen una baja autoestima. Las
redes muestran constantemente vidas irreales y, para evitar que este
fenómeno se complique, es aconsejable marcarse tiempos de utilización
en redes sociales o eliminar aquellas aplicaciones que suponen un
mayor vicio durante un tiempo para “descansar”. - · Combatir el insomnio tecnológico. El uso excesivo de
aparatos electrónicos por la noche suprime la liberación de melatonina
(hormona encargada de fomentar el sueño) y, por lo tanto, la
dificultad para contar con un descanso de calidad y en cantidades
adecuadas. Alguna de las consecuencias de esta falta de sueño puede
ser el malestar corporal, el agotamiento o la falta de concentración
al día siguiente. Cambiar un libro por cualquier dispositivo móvil dos
horas antes del momento de irse a dormir puede ayudar a disfrutar de
un sueño reparador. - · Like ≠ felicidad. La constante comparación en redes y la
necesidad de validación a través de interacciones tienen,
generalmente, un efecto negativo en la autoestima. Los estándares en
redes sociales suelen ser irreales y difíciles de lograr, por lo que
hay que poner en perspectiva los perfiles y publicaciones de estas
plataformas. Esta comparación puede dar como resultado diferentes
problemas emocionales, como frustración, desmotivación, la sensación
de vacío o tristeza e, incluso, rabia, y una baja autoestima. Así
mismo, en los casos en los que se vea afectada la percepción de la
autoimagen, puede favorecer la aparición de trastornos depresivos y
alimentarios. Es importante comprender que la mayor parte de los
usuarios únicamente muestran los aspectos positivos de sus vidas en
redes sociales, y que las publicaciones rara vez reflejan su realidad
al completo. - · Compartir, pero contrastar. Un uso equilibrado y sano de las
redes sociales puede ser muy beneficioso, ya que ayuda a sentirse
acompañado y comprendido. De hecho, compartir experiencias acerca de
la salud mental ayuda a encontrar comprensión y favorece su
visibilidad. Siempre y cuando se contraste la información y se
consulten fuentes fiables y contrastadas, las redes sociales se pueden
convertir en una herramienta de aprendizaje y autoconocimiento sin
olvidar nunca la figura de un profesional especializado en salud
mental. - · Priorizar el mundo real. El mirarse a los ojos, la conexión
emocional profunda o la comunicación no verbal son factores
determinantes para una interacción social satisfactoria que no pueden
ser sustituidos por una pantalla, por lo que se deben utilizar las
redes como un potenciador social, y no como un sustituto. Dedicar
tiempo a practicar deporte, buscar nuevos hobbies, pasar tiempo con
amigos y familiares o disfrutar de la naturaleza, combate la
dependencia de las redes sociales y ayuda a promover una vida más
saludable.
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