“Hoy, 16 de octubre, es el Día Mundial de la Alimentación, aunque nosotros preferimos llamarlo el Día Internacional de la lucha contra el hambre”, comenta Oliver Longué, director de Acción contra el Hambre, “pero hoy es imposible hablar del hambre sin mirar a lo que está pasando en Territorio Palestino Ocupado. Necesitamos ayudar a millones de familias, niños y niñas que están en una situación de extrema necesidad, atrapadas en un conflicto”.

Los equipos de Acción contra el Hambre ya están coordinando con actores internacionales y locales la respuesta humanitaria a esta grave crisis. “Estamos respondiendo a las necesidades de la población afectada en Gaza con la distribución de artículos no alimentarios como mantas y productos de higiene”, apunta Chiara Saccardi, responsable regional de Acción contra el Hambre en Oriente Medio; “Además, queremos ampliar nuestra intervención a agua y saneamiento», resalta.

“Actualmente tenemos proveedores en Gaza que disponen de existencias para poder distribuir de la manera más eficiente y rápida posible suministros básicos a corto plazo como agua, alimentos, productos de higiene, pañales, mantas y colchones. Todo ello, para aliviar el sufrimiento de las familias y las miles de personas afectadas», añade.

Olivier Longué, de regreso a España tras visitar los programas de Acción contra el Hambre en Siria y Líbano, cuenta: “El nivel de necesidades está subiendo de forma alarmante en todos estos países. En la zona, nuestra organización trabaja en necesidades básicas como la distribución de comida para niños, madres embarazadas o familias vulnerables y en programas de infraestructuras de agua y saneamiento, básicos para una región con tanta escasez de agua y falta de higiene que puede provocar pandemias como la del cólera que afectó a el Líbano el pasado año”.

Por quinto día consecutivo, Gaza no cuenta con suministro eléctrico, lo que afecta a la provisión de servicios básicos como el agua, saneamiento y acceso a comida. La inseguridad alimentaria no hace más que empeorar, el bloqueo total impuesto no solo impide la entrada de ayuda humanitaria o de suministros, sino que ha interrumpido la refrigeración, el riego y otros sistemas imprescindibles en trabajos agrícolas. Además, el número de familias que se está desplazando hacia el sur en tan poco tiempo está desbordando la capacidad de la zona.

«Nuestros compañeras y compañeras, junto a sus familias, que también se han desplazado internamente huyendo de las bombas, nos cuentan que, incluso cuando se encuentran comercios abiertos, es muy peligroso intentar acceder para obtener comida o agua porque todavía no se ha alcanzado un alto al fuego», subrayan en la ONG.

Otra gran preocupación es la falta de acceso a agua. Se estima que sólo hay disponible 3 litros de agua por persona para 2,3 millones de personas que viven en Gaza, de los cuales la mitad son niños y niñas. Además, es muy posible que esta cantidad se vaya reduciendo día a día, a medida que se reducen los suministros y el combustible utilizado en las plantas desalinizadoras.

Ante esta situación imposible, la mayoría de las familias gazatíes están recurriendo a fuentes de agua no potable para beber, como pozos agrícolas. Esto les pone en riesgo inminente de deshidratación e incluso de un brote de enfermedades infecciosas, como el cólera. Una epidemia que, de suceder, haría de esta grave crisis un problema aún mayor si cabe.

Entre los más expuestos por la escasez de agua y el riesgo de enfermedades diarreicas están los niños y niñas menores de cinco años. Ésta es la principal causa de mortalidad infantil a nivel mundial y en este caso se suma a otras muchas vulnerabilidades causadas por la violencia contra la población civil.