Javier Alandes: «Goya es el gran cronista de su época»

21/10/2023

Miguel Ángel Valero. El pintor trabaja para cuatro reyes (Carlos III, Carlos IV, José Bonaparte, y Fernando VII) y termina descubriendo que su sitio está con el pueblo.

Javier Alandes es una ‘rara avis’: un licenciado en Economía, formador y conferenciante en emprendimiento y competencias, que escribe novelas, una sobre fútbol (‘Partido de vuelta’, en 2018), otra sobre ciencia ficción (‘La balada de David Crowe’, en 2019), y tres sobre arte; ‘Las tres vidas del pintor de la luz’, sobre Sorolla (2019), ‘Los guardianes del Prado (2022), sobre el traslado de las obras del Museo del Prado de Madrid a Valencia durante la Guerra Civil, y ahora ‘La última mirada de Goya’ (2023, 574 páginas, Contraluz), sobre la desaparición de la cabeza del genial pintor.

Pregunta ¿Queda algo por contar de Goya?

Bueno, parece ser que sí. Ahí está ‘La última mirada de Goya’, que es una novela, porque no soy un historiador. El misterio de la desaparición de la cabeza de Goya no se ha resuelto todavía. Es una historia verídica. Esta novela lo atestigua.

¿Cuánto hay de realidad en “La última mirada de Goya”, además de la desaparición de la cabeza del artista?

Es totalmente verídica la desaparición de la cabeza de Goya. Se puede comprobar simplemente buscando en Internet. También es verdad que el segundo cuerpo que había en la tumba era su consuegro, Martín Miguel de Goicoechea. Siguen enterrados juntos, porque en aquel momento era imposible diferenciar unos restos de otros.

La desaparición de la cabeza nos permite hacer una novela sobre qué pudo ocurrir, y dónde puede estar. Pero el complot para asesinar a Goya en Burdeos en 1828 por una venganza personal es verídico. Como todo lo que sucedió en los últimos meses de vida de Goya. También son reales Leocadia y Rosario, que se sospecha que era hija del artista. Las fechas, los datos históricos, las anécdotas sobre la cabeza de Goya son totalmente verídicos.

Mis novelas no son tratados de Historia, sino aventuras que respetan el contexto histórico. No son libros sesudos de Historia, sino oportunidades para que los lectores disfruten y puedan conocer ese momento histórico.

El arte tiene la capacidad redentora de hacer que miremos dentro de nosotros mismos para averiguar de qué material estamos hechos, nos habla de quiénes fuimos y de quienes somos. ¿Por eso protagoniza tres de sus novelas: “Las tres vidas del pintor de la luz”, “Los guardianes del Prado”, y “La última mirada de Goya”?

En 2022, la cena de gala en la cumbre del G-20 en Madrid se celebró en el Museo del Prado. La foto oficial fue delante de ‘Las Meninas’ de Velázquez. Este hecho habla de lo icónico del arte, de su importancia.

Me interesan la vida de los artistas, de los pintores, porque fueron los periodistas de su época. Mucho de lo que conocemos de nuestra historia se debe a los pintores.

El arte conserva la historia de un pueblo, construye una memoria colectiva. Goya narra la historia de España de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, su obra es un tratado social e histórico de cómo fuimos.

Goya es el gran cronista de la segunda mitad del siglo XVIII y de la primera mitad del siglo XIX. Trabaja para cuatro reyes: Carlos III, Carlos IV, José Bonaparte, y Fernando VII. Están sus primeros trabajos para la Real Fábrica de Tapices, cuadros costumbristas; la Pintura Negra; los retratos reales; las pinturas de la Guerra de la Independencia; los Caprichos son una colección de piezas que satiriza al clero, a la nobleza, incluso a la propia monarquía. Goya es, con Velázquez, el artista más importante de su época.

Hay dos tramas en la novela: lo que sucedió en 1828 con los últimos años de vida de Goya, y en 1888, 60 años después, con lo que pudo suceder con la cabeza del artista. ¿Qué lecciones ofrece cada una de las tramas?

Las dos tramas son un tributo a los dos géneros que me han marcado como escritor. Por un lado, las novelas clásicas de aventuras, donde el último exponente es Arturo Pérez Reverte. Por otro, las historias de misterio, de detectives, como los libros de Manuel Vázquez Montalbán.
La trama de 1828 tiene todos los ingredientes de una novela de aventuras: persecuciones, venganzas. La trama de 1888 muestra un detective que quiere parecerse a Sherlock Holmes.

Las dos reflejan la necesidad de amor que tenemos todos los seres humanos. Goya fue un gran inconformista del amor, lo que le llevó a cometer muchos errores, como la relación con la Duquesa de Alba. Pero evidencia una búsqueda de cariño.

El malo, Boscoscuro, busca la redención. El detective descubre que uno en la vida no puede ser exclusivamente un lobo solitario, porque hay una necesidad de amor, de búsqueda del otro.

Goya, el afrancesado, una oportunidad perdida en la historia de España, la modernidad vencida por el absolutismo, por los retrógrados, por Fernando VII.

Goya se decanta en los últimos años de su vida porque su sitio está con el pueblo, critica a Fernando VII, no tanto por el anormal crecimiento de su pene que le impide culminar el acto sexual, como sobre todo por traicionar a la Constitución de 1812.

Hay un punto de inflexión en la vida de Goya, que es la sordera. No se sabe si se debe a los materiales que utilizaba para la pintura o a una enfermedad como la sífilis. Pero el sentido del oído desaparece en beneficio del de la vista, como se puede comprobar en las Pinturas Negras y en otras obras. Goya ve el mundo sin la distorsión del sonido.

Quien no conoce la Historia, está condenado a repetirla. ¿Cuáles son los mensajes que nos deja Goya a los españoles del primer cuarto del siglo XXI?

Es un ejercicio complicado, incluso peligroso, mirar el pasado con los ojos del presente. Porque exige una mirada muy fina para obtener conclusiones. Goya muestra cómo las clases dominantes, la Corona, la nobleza, el clero, no trabajan para el pueblo. Ahora son las grandes empresas las que explotan y buscan únicamente su beneficio. Siempre habrá alguien que buscará qué sacar en beneficio propio.

‘Lucha a garrotazos’ es un cuadro muy icónico sobre el carácter español de llegar a las manos, impulsivo.

¿Qué hace un licenciado en Economía, formador y conferenciante en emprendimiento y competencias, escribiendo novelas, una sobre fútbol, otra, sobre ciencia ficción, y tres sobre arte?

Soy economista, pero no ejerzo como tal. Soy formador de personas emprendedoras, que son muy buenas en los suyo pero que no tienen por qué conocer el negocio. Trabajo en modelos de negocio, en oratoria, en ser capaces de que el que está escuchando empatice con lo que se está contando.

Soy gran consumidor de historias desde niño, y siempre he querido escribir mis propias historias sobre lo que a mí me interesa: el arte, el deporte, el futuro.

Contar historias no lo veo tan alejado de mi profesión de formador de emprendedores.

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