Condenados a la irrelevancia

18/10/2023

José María Triper.

Decíamos recientemente, y con nosotros importantes y destacados diplomáticos y
analistas que en el escenario internacional nadie se fía hoy de la España de Sánchez y
nadie cuenta con Sánchez y su gobierno. La humillante exclusión de España, anfitrión y presidente de turno de la UE, de la minicumbre sobre inmigración celebrada entre el
Reino Unido, Francia, Italia y Alemania dentro de la cumbre europea de Granada, y la
marginación de nuestro país en el documento que estos mismos países más EE UU han firmado condenando la barbarie terroristas de Hamás contra Israel, son sólo dos de los últimos ejemplos de nuestra actual irrelevancia.

Un país, España, un presidente, Sánchez, y un gobierno socialpopulista que han dejado de ser fiables para nuestros en teoría aliados occidentales y que, se enfrenta ahora, como el resto del mundo occidental a unas consecuencias económicas imprevisibles tras la barbarie inhumana del ataque de la organización terrorista Hamas contra Israel, con asesinatos, torturas y rehenes de civiles indefensos que deben ser juzgados y castigados como crímenes de guerra.

Consecuencias económicas que, como es lógico, van a depender de si el enfrentamiento bélico se alarga, se agrava o se amplía a otros países, pero que la experiencia de conflictos anteriores muestra como las tensiones geopolíticas en la región tienen, de inmediato, un impacto negativo en el precio del petróleo y del gas, en la inflación, en las Bolsas internacionales y el turismo, deteriorando notablemente las expectativas del crecimiento económico mundial, especialmente en los países más dependentes del crudo como España.

De hecho, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) confirma que el barril de Brent,
de referencia en Europa, se ha encarecido desde el inicio de la guerra, superando ya los 99 dólares. Y en el caso del gas, el ataque terrorista de Hamas y los bombardeos sobre una y otra zona han obligado a cerrar el yacimiento de Tamar, uno de los más
importantes de Israel, lo que ha disparado los precios un 12%, hasta 42 euros por
megavatio hora.

Incremento de los precios que se deriva no sólo de posibles recortes en la producción,
sino también de la revalorización del dólar que en casos de conflicto se convierte
siempre en la moneda refugio – el petróleo se paga en dólares-, y, sobre todo, por el
hecho de que el conflicto entre Israel y Hamás amenaza también con alterar el
suministro de crudo desde Oriente Medio que podría repercutir en un incremento de los
costes de producción y transporte, y en una mayor presión sobre los precios al consumo.

Eso, con el añadido del aumento del coste de las hipotecas, porque, como apuntan desde ámbitos bancarios, rebajar los tipos de interés en estas circunstancias es imposible. Y, si no, ahí están los debates de esta última semana en la Reserva Federal de EE UU, donde han surgido ya voces pidiendo una nueva subida de los tipos antes de final de año.

Al tiempo que, como informaba recientemente El Economista, el ascenso del dólar y los bonos de EE UU, “abre la puerta a una oleada de defaults en el mundo”, porque los
países con alta deuda denominada en la moneda norteamericana tienen difícil evitar el
impago. Situación que afecta especialmente a Etiopía, Túnez, Pakistán, Argentina,
Ecuador, Bolivia y Egipto.

Y por lo que respecta a nuestro país todos los analistas económicos coinciden en
asegurar que el si el precio del petróleo se dispara España entrará de lleno en recisión como consecuencia de la caída del consumo y la inversión, el freno del turismo y el
deterioro de la competitividad de nuestras exportaciones con el consiguiente aumento
del déficit comercial.

Un primer impacto en nuestro sector exterior se atisba ya en las inversiones de empresas españolas en el sector tecnológico israelí, además de en el riesgo sobre las exportaciones a Israel, que en 2022 se elevaron a 2.170 millones de euros, especialmente en los sectores de automoción, cerámica y textil y moda.

Hablan los economistas de cisne negro para referirse a un efecto inesperado de
consecuencias económicas imprevisibles y un cisne negro, pues, el que se cierne sobre la economía mundial que obliga a decisiones drásticas y urgentes, que van a afectar de lleno a España y a nuestras economías particulares, pero en las que, una vez más, nuestro gobierno ni estará ni se le espera.

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