Pasar en silencio, abriendo surco

03/11/2023

Miguel Ángel Valero. Juan Ramón Lucas hace en "Melina" un homenaje a las mujeres capaces de superar todas las dificultades, buscando su independencia.

El escándalo protagonizado por la novela falsamente escrita por Ana Rosa Quintana todavía colea, y eso que ha pasado tiempo. Pero no es el caso de Juan Ramón Lucas, periodista de prensa, radio y televisión, presentador, productor y director, ahora dedicado a los pódcats (‘Así funciona esto’ o ‘Cambiar sin Cambiar’) y a ser secretario general de la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad Frente al Cáncer.

«Melina» (450 páginas, Contraluz) es su tercera novela, tras «La maldición de la Casa Grande» y «Agua de luna». También ha escrito dos ensayos sobre la salud y la felicidad.

«Melina» es una novela asturiana por todos los costados, basada en los recuerdos de la infancia de su madre, Lucrecia Fernández, mecanografiados por su marido, Juan Ramón Lucas Rodríguez.

El hijo hace caso al consejo de Mario Vargas Llosa, «la autenticidad del novelista consigue en aceptar sus propios demonios y en servirlos a la medida de sus fuerzas», y, sobre esa base heredada de su familia, escribe una gran novela.

Todo empieza con el nacimiento de Melina: se produce cuando no debe y donde no se la espera, en la Asturias minera y revolucionaria de 1934, a las puertas de la Guerra Civil, y con un padre que se limita a decir «cogéi una cuerda y afogáila».

Ese entorno familiar, la guerra y la represión, que se abaten como ave ominosa sobre Melina y su madre, Chayo, forjan su carácter, hacen que supere todas las dificultades de una manera silenciosa pero constante, buscando su independencia. Como han hecho muchas mujeres a lo largo de la Historia.

Mujeres, como las guisanderas, «sin hombres, seres de fuerza y poder», que aportan una lección sobre la vida, que es «pasar en silencio, pero abriendo surco. Para sembrar. Y si es posible, disfrutar de lo recogido», como se cuenta en la novela.

Y que enseñan que «el secreto está en rodearte de personas que te hagan sonreír el corazón, que aparten las nubes con su presencia, que abran claros de luz en tu cielo».

«Melina» es también una reflexión sobre la memoria: «Los recuerdos siempre desdibujan la realidad porque los guardamos a retazos, como fragmentos de un mosaico desordenado. Y de la misma forma vienen a nosotros y nos confunden y creemos que lo que sucedió de un modo en realidad fue otra cosa, y se nos altera el tiempo, y en el desorden no sabemos lo que fue antes o después».

Juan Ramón Lucas también escribe que «la memoria nunca borra las traiciones. Las entierra, todo lo más».

Y descubre que «tener hijos es en realidad el paso previo para lo realmente importante, que es ser abuelo».

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