Un niño desaparece en un barrio periférico del Madrid de los años sesenta del siglo XX. Esta trama le sirve a José Ignacio Pastor, al que su labor profesional en el ámbito del desarrollo urbanístico y de la promoción de la vivienda de protección pública no le ha impedido escribir novelas (‘Viaje detrás de tus ojos’) y dirigir la revista cultural ‘Ni hablar, para describir en ‘Mientras crece la ciudad’ (Carpe Noctem, 279 páginas) un Madrid en construcción.

Esta novela muestra la vida en los extrarradios en las últimas décadas del franquismo, con una mirada polifónica, con muchas historias que se entrecruzan, realista y minuciosa, pero también con humanidad y belleza.

En un Madrid periférico, semiclandestino, ignorado por las autoridades pero devorado por la especulación con el suelo y con las viviendas, con casas a medio hacer y descampados infinitos, las familias procedentes del campo se esfuerzan por crear una vida digna a pesar de las dificultades.

José Ignacio Pastor muestra la asfixia, la agonía, la falta de aire fresco que provoca el aire viciado, de melancolía, de fracaso, de decepción. Y cómo la vida es tremendamente injusta, instalada en la precariedad, entre unos personajes que se preguntan por la salud, la madre, la prosperidad de los hijos, y la influencia del cambio del tiempo en las articulaciones.

‘Mientras crece la ciudad’ demuestra que vivir consiste en superar los sabañones, los callos, los partos, las llagas, el lumbago, la pudrición de muelas, o la próxima artritis.

Para descubrir que en la vida, una vereda angosta, «la muerte importa por lo que ya no tienes».

Remedando las ‘Apostillas’ a ‘El nombre de la rosa’, de Umberto Eco, José Ignacio Pastor refuerza la novela con ‘Así Creció Madrid’. El ensayo, de 61 páginas, complementa la obra demostrando que no hay urbanismo inocente. Incluso proyectos bienintencionados como el del Ensanche de Carlos María de Castro en 1857 y que iba a solucionar el gran problema de la falta de vivienda en Madrid fue devorado por la especulación inmobiliaria.

Cuando ya nos acercamos a los dos siglos del proyecto del Ensanche, la planificación urbana de la capital de España sigue con su gran asignatura pendiente.

Tanto la novela, como el ensayo que la refuerza, son un espejo en el que contemplar un Madrid muy reciente, un pasado muy cercano que nos debe servir a todos de recuerdo pero, sobre todo, de lección.