1885. La cocinera Eugénie ha trabajado para el famoso chef Dodin Bouffant durante los últimos 20 años. Con el paso del tiempo, la práctica de la gastronomía y la mutua admiración se ha convertido en una relación romántica. Su asociación ha dado lugar a platos únicos, capaces de satisfacer a los paladares más exigentes, pero Eugénie valora su libertad y nunca ha querido casarse con Dodin. Entonces, el chef decide hacer algo que nunca ha hecho antes: cocinar para ella.

Es la historia que cuenta ‘La passion de Dodin Bouffant’, con dirección y guión de Tran Anh Hung, y que llega a las salas de cine españolas de la mano de A Contracorriente Films y con el título de ‘A fuego lento’.

No es una película más sobre la cocina, aunque sin duda sea el gran protagonista de la trama. Es una historia de amor que hace la boca agua, porque además de estar entre platos es narrada con pulso y con un gusto exquisito, con una elocuencia que emociona, que sobrecoge, que conmueve.

Pero es sin duda una reivindicación de la cocina como disciplina, donde la inspiración y la creación llegan cuando el chef y su equipo están trabajando. Y una defensa de la gastronomía como labor de colaboración, donde todos aportan su granito de arena.

‘A fuego lento’ (me gusta mucho más el título original, aunque es cierto que muchos espectadores españoles pueden no saber quién era Dodin Bouffant) tiene, además, el gran mérito de transmitir sensaciones a través de las imágenes y de los sonidos. Hasta el punto de que el espectador está oliendo y saboreando cada plato que aparece en la película.

Se trata de una película que mezcla el romanticismo con la gastronomía en un menú inconfundiblemente francés, exquisitamente preparado y presentado, que pone el foco en el placer de saborear los placeres más cotidianos.

El festín gastronómico y el largo romance se enriquece con las formidables interpretaciones de Juliette Binoche y de Benoît Magimen, los protagonistas, sin olvidar secundarios como Galateà Bellugi.