En «El camino de la resurrección» (AdN, 403 páginas, traducción de Javier Guerrero), Michael Connelly se supera y vuelve a dar un sato de calidad a la novela policial, con una espectacular demostración de su conocimiento de cómo funcionan en EEUU la Policía y los jueces.

En esta obra se unen el expolicía y detective retirado Harry Bosch y El Abogado del Lincoln, su hermanastro Mickey Haller. Éste tiene la mala costumbre de aceptar casos en los que las posibilidades de ganar son de una entre un millón. Acepta representar a una mujer, Lucinda Sanz, que está en prisión por matar a su exmarido, un agente del sheriff.

A pesar de haber sido condenada cuatro años atrás, ella sigue manteniendo su inocencia. Es entonces cuando pide ayuda a Bosch, y el detective, al revisar el caso, descubre algo que no encaja y percibe el afán del departamento del sheriff por resolver cuanto antes el asesinato de uno de los suyos.

El camino hacia la justicia tanto para el abogado como para el investigador está plagado de peligros. Quienes no quieren que se reabra el caso no se detendrán ante nada para impedir que se descubran los verdaderos motivos del asesinato del agente del sheriff.

El caso es, como escribe Michael Connelly, como «bailar entre gotas de lluvia». La investigación avanza lentamente a lo largo de las 403 trepidantes páginas de ‘El camino de la resurrección’, con policías corruptos, el FBI, Seguridad Nacional, pruebas fabricadas, un fiscal dispuesto a utilizar las armas más abyectas para no perder el juicio, una exmujer que se equivoca de bando, una jueza escéptica, un asesinato y un sicario, distracciones y cortinas de humo, de por medio.

Al final, bastante sorprendente las páginas finales de la novela, la luz sale victoriosa de un oscuro túnel, el camino de la resurrección, un punto de inflexión, pero ¿hacia qué?

Para saberlo, además de leer esta obra de Michael Connelly, habrá que esperar a las nuevas andanzas de Harry Bosch y de El Abogado del Lincoln.