Merkozy y sus ensaladas de pato

23/12/2011

Patricio Sesma Granell, restaurador. Me ha venido a la cabeza una receta simple y suculenta, que es la ensalada templada de magret de pato, pechuga de pato para los del euro de 2ª división.

Ya está claro que estamos en manos de un ‘algo’ que se llama Merkozy, y que es un maridaje, que no matrimonio, entre una pata de cuello corto, cuerpo redondeado y rechoncho, contundente pechuga, magret para los franceses, y de una lechuga erguida, verde, rizada y cogollito fino no muy crecido.

Por ello, me ha venido a la cabeza una receta simple y suculenta, que es la ensalada templada de magret de pato, pechuga de pato para los del euro de 2ª división.

Bien, esta vez nos vamos a ir a uno de esos grandes super- híper mercados, que andan con ofertas “compre dos y le damos un bono preferente convertible gratis”. ¡Claro así sanean sus balances a nuestra costa, como siempre!

Para no andarme con tonterías, suelo comprar una bolsa de esas en las que vienen ya mezcladas las lechugas, como si fuera una cartera de valores, y aunque no se sepa muy bien lo que son, igual que los productos bancarios, por lo menos están ricas.

Nos damos una vuelta por los pasillos inmensos donde los productos se te meten solos en la cesta, cual okupa en las casas y antiguos hoteles, buscamos el magret de pato y evidentemente lo compramos, sin imitar a Merkozy, que busca y busca, pero no compra deuda a sus vecinos.

También compraremos un bote de mostaza, producto que aunque no es tóxico como los que habitualmente usa nuestro querido Merkozy, divide igualmente a los países. ¿Alemana Löwensenf “mostaza del león” de Düsseldorf, o francesa de Dijon, de la cual se decía que era ‘ardiente frenesí’? Ahora ya saben cuál es el secreto de Sarkozy para sus conquistas.

Pues que sepa Merkozy que la base de la mostaza, aparte del grano, es LA SALSA ESPAÑOLA.

Compre usted la que más le guste, que no le líen, que ya tenemos experiencia en comprar lo que nos vendían como la panacea y así nos han dejado.

Una vez al pasar por caja me he dado cuenta de que los hipermercados tienen una ley de educación propia y que sus matemáticas sólo suman o multiplican; que su lengua española tiene muchos acentos extranjeros, y que en su conocimiento del medio tienen un diez; ya que han conseguido que me lleve de todo y eso que sólo quería hacer una ensalada. Me voy corriendo a casa, que no me queda gasolina en el coche, ni ganas para comprarla por culpa del subidón vacacional. ¡Qué suerte tienen las petroleras siempre les sube del carburante cuando toca irse de vacaciones!

Llegamos a casa, todavía nuestra, sin okupas ni agentes judiciales en la puerta.

¡Que somos pobres, pero honrados como los jugadores de balonmano!

Llega la hora de cocinar, y como todo en la vida hasta la felicidad llegará.

Ponemos el surtido de lechugas en un bol, para que se templen.

Cogemos nuestro magret, lo salpimentamos y lo ponemos en una sartén no muy caliente, con la piel hacia abajo, y dejamos que vaya liberando la grasa.

Una vez que le hemos hecho soltar toda la grasa, tal y como van a hacer con nuestros salarios, retiramos el magret.

¡Ojo!, aquí no se despilfarra, y con el aceitito que ha soltado el magret vamos a hacer la vinagreta, para aliñar la ensalada.

En la misma sartén donde tenemos el aceite, y a fuego muy lento, tan lento como la recuperación económica, diluimos tres cucharadas de mostaza, un chorrito de vinagre y, si tenemos, una cucharilla de mermelada de frambuesa.

Removemos bien y dejamos que se caliente a fuego muy lento el “Bálsamo de Fierabrás”. ¿Ve usted razón de pelear contra el monstruo Merkozy, mi fiel escudero Sancho, teniendo este magnifico ungüento?

Mientras nos decidimos si tomamos de nuevo La Bastilla o derribamos el nuevo Muro de Berlín, fileteamos el magret y lo sofreímos ligeramente, que quede rosita. Una vez frito lo colocamos encima de las lechugas.

Y como estamos en plena campaña de ahorro, de no malgastar, de optimizar los recursos, vamos a dar una lección a quienes nos dicen esas cosas, y vertemos el aceite sobrante de sofreír los filetitos en la pócima que tenemos a fuego lento.

Subimos el fuego, no tanto como sube el recibo del gas, y ligamos la vinagreta, como Sarkozy con ¿Angela? o era ¿Carla?

Tomamos el ungüento amarillo, ¡es que están en todas partes los chinos!, y aún templado lo añadimos a nuestra ensalada

¡Buen provecho!

Patricio Sesma Granell, director del restaurante Bokado de Madrid

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