Una de las frases que más me ha impresionado es la que escribió Primo Levi “Dios no existe si existió Auswitch”. Quizás esta frase que da título a uno de sus libros hoy la podría actualizar con un “Dios no existe si existe Gaza”.

Ahora, en víspera de las fiestas navideñas, las ciudades se llenan de luces y no son pocos los comercios que nos regalan villancicos para imbuirnos en el espíritu de estas fiestas. Quizás pretenden que nos olvidemos que hoy existen Netanyahu y su peculiar democracia que permite el holocausto palestino pese a los esfuerzos del secretario general del la ONU Antonio Guterres, o que el imperialista Putin sigue controlando a los rusos con mano dura, como en los negros tiempos de Stalin, o que en Irán las mujeres sólo son un adorno. Sigamos con los dictadores Basshar al-Asad en Siria, o las poderosas mafias que llenan de inseguridad no pocas naciones sudamericanas, o este cementerio en que se ha convertido el Mediterráneo, o las hambrunas que asolan grandes zonas de África y Asia mientras sus pueblos sufren constantes guerras locales y los militares toman con frecuencia el poder.

Además la fiebre de la extrema derecha estrenada por Donald Trump que se está extendiendo como el aceite en el llamado mundo occidental, con su consecuente recorte de las libertades y los derechos humanos. Esto se contagia y hace poco leíamos que un ex general retirado emulaba a Franco y reclamaba matar a veinte millones de españoles, mientras el líder de VOX sugería que “el pueblo querrá colgar Sánchez por los pies”, con un evidente paralelismo al final de Mussolini…

Los tradicionales mensajes navideños con los que nos obsequian todos los dirigentes expresando sus buenos deseos a muchos nos sonarán cínicos, como sonará muy extraño cuando suene el más bonito villancico de la historia, que como todo el mundo sabe es “Noche de paz”(Stille Nacht, helige Natch).