Los países reunidos en la Cumbre del Clima (COP28) han llegado a un acuerdo de “transición para abandonar todos los combustibles fósiles”. La Declaración, de 21 páginas, destaca el “consenso para generar un cambio de paradigma” que tiene el “potencial de redefinir las economía”.
El presidente de la COP28, Sultan al-Jaber, habla de “paquete histórico”. “Las generaciones futuras tal vez no sepan sus nombres, pero tendrán una deuda de gratitud con cada uno de ustedes”.
Se mantiene el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados en comparación con la temperatura preindustrial, como se decidió en el Acuerdo de París en 2015.
Y se quiere triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar el ritmo de eficiencia energética hasta 2030, como ya se habían comprometido los países del G20.
Aunque más de 100 Estados defendían una eliminación gradual de los fósiles, la COP28 termina aceptando el uso continuado de gas de tecnologías controvertidas para almacenar y capturar CO2. Por eso, Al-Jaber avisa que “un acuerdo es tan bueno como su implementación”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, califica el acuerdo como “un momento decisivo en la lucha contra el cambio climático”. “Es importante que el resultado del Balance Mundial reafirme claramente la necesidad de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C y que esto requiere reducciones drásticas de las emisiones en esta década”, subraya.
Scope: la financiación de proyectos verdes es una prioridad
Giacomo Barisone, director de Finanzas Públicas de Scope Ratings, esperaque la mayoría de las instituciones supranacionales persigan la plena alineación de sus actividades con el Acuerdo de París en consulta mutua. Los bancos multilaterales de
desarrollo (MDB en sus siglas en inglés) calificados por Scope ya lo han hecho. Como resultado, la financiación de proyectos verdes se ha convertido en una prioridad para entidades como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), que han establecido un objetivo de más del 50% del volumen de negocio anual para 2025.
Estas instituciones siguen trabajando en las «mejores prácticas» en materia de marcos de gestión del riesgo climático y divulgación de información. «Esperamos que los
criterios adicionales para la selección de proyectos y contrapartes incluyan sus contribuciones a la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo. Además, los proyectos se examinarán en función de sus riesgos físicos y de transición», señala este experto.
«La selección de proyectos es una práctica común, pero no está claro en qué casos las
asignaciones al crédito se verán afectadas por las puntuaciones de riesgo climático de los prestatarios. Esto se debe a la dificultad de cuantificar la probabilidad de impago (PD) y la pérdida en caso de impago (LGD). Aun así, esperamos que la integración de las puntuaciones de riesgo climático en los informes financieros influya gradualmente en la asignación a activos de crédito», añade.
«La alineación de las actividades con el Acuerdo de París, tendrá consecuencias de gran alcance para las entidades que financian y las contrapartes con las que trabajan.
Esperamos que los BMD sigan reforzando la cooperación para abordar las agendas
climática y de desarrollo», resalta.
En la COP28, los BMD reafirmaron en una declaración conjunta su compromiso de mejorar la cooperación para alcanzar el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo
Sostenible. Un elemento que apoyará indirectamente a los prestatarios soberanos
especialmente expuestos a los riesgos climáticos, como los pequeños Estados insulares, es la reciente ampliación de las cláusulas de deuda resiliente al clima en los acuerdos de préstamo, que permiten aplazar los reembolsos del principal hasta dos años después de un desastre climático.
Los BMD están movilizando importantes volúmenes de cofinanciación, además de
desembolsar sus propios fondos. Suelen limitar su financiación a una parte del coste total del proyecto, normalmente hasta el 50%. La parte restante será financiada por coinversores, a menudo entidades del sector público, bancos comerciales u otros BMD.
La cofinanciación para proyectos de adaptación al cambio climático y mitigación de los
principales BMD ascendió a unos 100.000 millones$ al año de media en 2020-22,
según el Informe conjunto sobre la financiación climática de los bancos multilaterales de desarrollo de 2022. Por su parte, las propias actividades de adaptación y mitigación de los BMD ascendieron a más de 80.000 millones de media durante el mismo periodo. Esto pone de relieve la creciente importancia de este pilar para que los BMD
aumenten su impacto.
Al mismo tiempo, casi el 40% de la financiación climática de los BMD se destinó a proyectos de mitigación en países de renta alta y media-baja en 2022, mientras que la financiación de proyectos de adaptación representó un 23% y un 3% más moderados en países de renta baja y media y de renta alta, respectivamente.
Esto se debe en parte a las inversiones del BEI, el mayor BMD a nivel mundial, que son predominantemente proyectos de mitigación en la UE. El BEI, junto con el Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), que tiene un equilibrio más amplio de proyectos de mitigación y adaptación a nivel mundial, representó el 70% de la financiación total de los BMD para el clima en 2022 (Figura 8).
UE, mayor emisor mundial de bonos verdes
La Unión Europea se está convirtiendo en el mayor emisor de bonos verdes del mundo, en línea con su objetivo de financiar mediante bonos verdes el 30% del instrumento excepcional de recuperación temporal conocido como Next GenerationEU (NGEU), que está dotado con 750.000 millones€.
La UE está suministrando activos seguros denominados en euros con sus bonos de largo vencimiento y calificación AAA, reforzando la posición mundial del euro y facilitando las ambiciones de los inversores y los bancos centrales de ‘ecologizar’ sus carteras.
Las emisiones de NGEU también están vinculadas a la utilización de recursos en el marco de la iniciativa REPowerEU, que la mayoría de los Estados miembros han incluido recientemente en sus planes nacionales de recuperación, solicitando subvenciones y préstamos adicionales. Con una dotación total de 300.000 millones, REPowerEU pretende proteger a los países europeos de la escasez de energía, diversificar el suministro energético e impulsar la transición ecológica.
El mercado mundial de bonos verdes continuará el rápido crecimiento de los
últimos 15 años y que en 2022 se situaba en torno a los 500.000 millones$. La
llegada de la UE como emisor cuasi soberano establecerá una nueva norma mundial y, a falta de bonos verdes del Tesoro de EE.UU., subrayará el predominio del euro como principal moneda de financiación de las actividades verdes, destacan en Scope.
Además de la financiación climática, también están cobrando importancia los aspectos sociales y de sostenibilidad en la financiación. La emisión de bonos sociales alcanzó su punto máximo en 2020/21, impulsada principalmente por el programa SURE de la UE, que se financió en su totalidad a través de estos instrumentos. Durante el mismo periodo, la emisión de bonos vinculados a la sostenibilidad se aceleró, representando casi el 78% de la emisión total de bonos ASG en lo que va 2023. Esto se debió principalmente a las actividades del BIRF, pero también del BEI, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Interamericano de
Inversiones (BAII).
Vontobel: la cuenta atrás para las cero emisiones apremia y tiene un precio
Pascal Dudle, Head of Listed Impact, Senior Portfolio Manager en Vontobel, tiene muy claro que «la crisis climática es un hecho innegable que ya está aquí. Solo en los últimos meses hemos visto sin cesar titulares sobre nuevos récords de temperaturas máximas y otros fenómenos meteorológicos extremos en todo el planeta. Cada año que pasa parece agravar aún más el cambio climático y sus ramificaciones, que afectan a un número cada vez mayor de personas en todo el mundo».
«Si queremos cambiar las cosas, la comunidad internacional debe poner en marcha un plan urgente. El precio a pagar será muy alto y, en esta senda hacia las cero emisiones netas, las empresas de inversión están llamadas a desempeñar un papel destacado como encargadas de la asignación de capital. La ‘década de acción’ para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (ODS de la ONU) también puede verse como una gran oportunidad para que los inversores de impacto pongan su granito de arena y contribuyan a lograr cambios positivos. Por su parte, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) prevé un aumento significativo de los fondos destinados a la inversión en desarrollo sostenible en todo el mundo, que alcanzan actualmente los 1,3 billones$», subraya.
«El ruido que generan los titulares tiene como eco promesas de acción para propiciar el cambio», resalta. De hecho, el número de países y empresas que se han comprometido a alcanzar objetivos de cero emisiones netas de aquí a 2050 está aumentando enormemente. Por tanto, «el asunto se está tomando muy en serio». Según el informe Net Zero Stocktake, 149 países se habían fijado un objetivo de cero emisiones netas en junio de 2023, cuando en diciembre de 2020 solo eran 124. En ese mismo periodo, el número de empresas con ese objetivo también aumentó de 417 a 929.
No obstante, los plazos fijados por las empresas presentan diferencias importantes y la ejecución va rezagada. Según concluye un informe de Bank of America Global Research de 2022, en el que se analizaron los compromisos asumidos por unas 3.400 empresas, el 76% de las mismas tenía por objetivo alcanzar las cero emisiones netas de aquí a 2050, mientras que solo el 11% se había fijado el 2030 como meta. «Esto es señal de que muchas empresas todavía carecen de planes concretos para la aplicación de medidas encaminadas al cumplimiento de las promesas realizadas», según el experto de Vontobel.
«Las promesas y buenas intenciones no son suficientes: el mundo necesita urgentemente que pasemos a la acción. El Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) plantea un panorama un tanto desolador. Las contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) y adoptadas por los líderes mundiales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) de Glasgow (Reino Unido), se han quedado muy cortas. Y es que, de acuerdo con el informe, el mundo debería reducir en un 45% las emisiones actuales de gases de efecto invernadero de aquí a 2030 para limitar el calentamiento global a 1,5°C y un 30% para la meta de 2°C. Sus autores subrayan la necesidad acuciante de una transformación integral de nuestra sociedad y concluyen que con un planteamiento por etapas ya no se logrará la reducción necesaria», resalta.
«A primera vista, las emisiones mundiales de dióxido de carbono de procedencia energética (CO2) correspondientes a 2022 podrían darnos motivos para el optimismo, pues su aumento fue inferior al 1%, según recoge la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe sobre emisiones de CO2. Esta cifra es muy inferior a la del año anterior, cuando el incremento fue de más del 6%. Sin embargo, se debió principalmente al crecimiento registrado en sectores como el solar, el eólico y el de los vehículos eléctricos (VE), que contribuyeron a contrarrestar el impacto del mayor uso del carbón y el petróleo en el marco de la crisis energética mundial. El informe no deja lugar a dudas: las emisiones todavía siguen un curso de crecimiento insostenible y el mundo ha de tomar medidas más audaces para acelerar la transición energética y alcanzar sus objetivos climáticos», apunta.
La inversión anual mundial debería triplicarse a lo largo de esta década «si queremos lograr un mundo con cero emisiones netas de aquí a 2050». Esto supone una importantísima oportunidad de inversión de 2 billones$, aproximadamente el 2% del PIB anual del mundo. Del coste total estimado de 195,7 billones, se requieren 109 billones para transformar nuestros modelos de consumo de energía. Los 86,7 billones de USD restantes se dirigirán a instalaciones de suministro energético, entre otros, para actualizar y modernizar la red y para implementar tecnologías de captura de dióxido de carbono. Una parte importante del gasto de capital se asignará a la inversión en fuentes de energía con bajas emisiones de carbono, como es el caso de la solar o la eólica.
«Los gobiernos no podrán asumir el coste total por sí solos. Se requerirá la aportación de capital tanto público como privado, para lo cual las empresas de inversión están llamadas a desempeñar un papel destacado como encargadas del posicionamiento de capital. Aquí es donde entra en juego la inversión de impacto. Los inversores en esta modalidad buscan hacer prosperar su riqueza de forma que genere un beneficio para el medio ambiente y la sociedad, además de rentabilidad financiera», enfatiza Dudle.
Los retos del cambio climático, la transición del sector de la energía y la reducción de las emisiones de carbono son áreas esenciales para los inversores de impacto. Por ejemplo, dado que la energía representa la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, la energía limpia resulta clave para abordar el cambio climático y constituye un factor fundamental a la hora de paliar el impacto de la actividad humana. El planteamiento general se centra en la reducción de emisiones a través de la electricidad, el hidrógeno y el calor generados a partir de recursos renovables, así como de tecnologías que hagan posible una red no solo más fiable, sino también más inteligente y ecológica. Las empresas en las que se invierta podrán beneficiarse de dichas inversiones en el sistema energético.
«Aquellos que optan por la inversión de impacto se enfrentan a un reto considerable: cómo medir el impacto de sus inversiones», pero «para poder avanzar realmente hacia un mundo con cero emisiones netas, debemos redoblar los esfuerzos que ya están en marcha. Los inversores de impacto profesionales e institucionales, dada su considerable capacidad de presión financiera, serán una pieza clave en el desarrollo de energías limpias, la transición de todo el sector hacia una reducción drástica de las emisiones de carbono y, con ello, la instauración de las bases para un futuro con bajos niveles de carbono mucho más beneficioso para todos los habitantes del planeta», concluye el experto de Vontobel.
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