La responsabilidad como mordaza

23/12/2011

Pedro Bofill.

Mientras nos esforzamos los ciudadanos normales en denunciar y en explicarnos  los nubarrones que se ciernen sobre nuestro futuro, el decano del Colegio de Economistas de Madrid, Juan Iranzo, afirma en una entrevista en «Expresión Económica» que «los mercados están limpiando la política de malos gestores». Este economista es presentado como uno de los más influyentes de España y como uno de los más afamados teóricos de la economía liberal. Me pregunto ¿quién limpiará a los mercados, en especial, a los financieros, de sus abusos y especulaciones?

Los gobiernos, por lo que se puede observar  hasta el momento,  no. Siguen vinculando de manera primordial la superación de la crisis a políticas ligadas a los intereses de las entidades bancarias, cuando éstas han especulado temerariamente con los ahorros de sus depositarios y accionistas. En España, también. El desastre de las cajas de ahorros, donde el Banco de España ha mostrado su mediocridad al no ejercer sus funciones como supervisor, es un ejemplo palpable de la ineficacia de los órganos de control de nuestro país y  de la entelequia del principio de la independencia de estos órganos frente al poder político. No quiero decir con esto que los gobiernos sean un ejemplo de eficacia; ni mucho menos, pero prefiero la primacía de las instituciones políticas democráticas, con todos sus defectos, a la «abusiva tiranía» del sector financiero, cuyos objetivos distan mucho de beneficiar  incluso los intereses de sus propios clientes.
Posiblemente, sea ya el momento de abandonar “los ataques de responsabilidad y prudencia» que nos atan y amordazan. Me temo que a medio plazo la Historia demostrará que esa actitud de prudencia casi sagrada que se profesa hacia los poderosos es uno de nuestros mayores errores.

Me refiero, lógicamente, a la responsabilidad y prudencia que no son ya realmente fruto de la sensatez, sino que más bien son el resultado de la rutina y de la perdida de la crítica y de la iniciativa innovadora, cuando no de la mediocridad o el oportunismo. Nos han impuesto unos parámetros del concepto de responsabilidad que no se ajustan a los valores que tradicionalmente regían la convivencia democrática; y los imponen precisamente quienes muestran que su única responsabilidad se ciñe a vigilar sus  egoístas intereses.

Locuras, ninguna. Ingenuidades, tampoco. Sería, sin embargo, conveniente practicar la tolerancia cero respecto a los abusos, no sólo de los ciudadanos y estafadores de a pie,  sino en especial de los poderosos que lamentablemente nos engañan y estafan a lo grande y también de aquellos que incumplen su deber de proteger nuestros derechos. Puede parecer algo demagógico, pero cuando estamos viendo lo que ocurre ya en algunas familias en las que no trabajan ninguno de sus miembros, lo demagógico quizás sea no denunciar los abusos a los que estamos sometidos y demostrar que, en democracia, el poder está en los ciudadanos, o al menos debería estarlo.

Pedro Bofill
Exparlamentario

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Un pensamiento en “La responsabilidad como mordaza

  1. Ojalá quienes nos gobiernan se atrevieran a reconocer lo que dice Bofill. El silencio en que permanecen mientras se pliegan sumisamente a las exigencias de esa partida de maleantes llamados «mercados» levanta sospechas de connivencia. Si los Estados (y la UE), que tienen el poder jurídico y la fuerza legítima, no los usan para defender a los ciudadanos y a la democracia de esta aniquilación sistemática sino que hasta llegan a entregarles abiertamente el gobierno de los pueblos, es inevitable deducir su corrupción. ¿O quizá sólo es cobardía e ignorancia? En cualquier caso, lo que sucede ante la pasividad pasmada de los ciudadanos es un escándalo histórico. Levantemos la voz, que ésa aún no nos la han quitado, cada cual en su ámbito, y escribamos en cuantos foros podamos para denunciar los abusos; opinemos y demostremos que los ciudadanos somos, como dice Bofill, los verdaderos dueños del poder democrático y que no existe ninguna otra fuerza capaz de arrebatárnoslo.

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