El diálogo

21/12/2023

Luis Díez.

“Hablar no es negociar, negociar no es ceder”, decía JF Kennedy cuando la crisis de los misiles. La máxima vale, salvando las distancias, para el diálogo que van a mantener el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el jefe de la oposición (de derechas), Alberto Núñez Feijóo este viernes, 22 de diciembre, día de la Lotería Nacional. Es la primera entrevista de los dos dirigentes políticos tras la investidura del líder socialista para gobernar cuatro años más. Una investidura que el presidente del PP tardará en digerir porque obtuvo más diputados que el PSOE, aunque su pacto con la ultraderecha fue insuficiente para alcanzar los 176 necesarios para echar a Sánchez y “derogar el sanchismo”, según prometió.

Sobre el diálogo hay mucho escrito aunque poco se pueda esperar de este primer encuentro. En primer lugar es bueno hablar aunque Feijóo solo acepte lo que le interesa, como bien demostró con un solo debate en la campaña electoral. En segundo lugar, este país tiene muchos problemas sobre los que conversar y acordar aunque poco se pueda esperar del jefe de una oposición que no ha modificado su “no
a todo” desde la pandemia y su accidente político principal: la expulsión de Pablo Casado. Y en tercer lugar, es positivo que el presidente Sánchez haya aceptado la elección de Feijóo del marco del diálogo: el Congreso de los Diputados, que por algo le llaman “templo de la palabra” y sede de la soberanía nacional.

Feijóo está interesado en que Sánchez le cuente sus negociaciones con Puigdemont en Bélgica y en Suiza. Quiere saber si además de la amnistía y el plan de quitas de la deuda de la Generalitat, Sánchez les cederá el Monasterio del Escorial para celebrar bodas. Las materias que afectan a la gente fueron abordadas el jueves por Sánchez y el president de la Generalitat, Pere Aragonés, con cinco acuerdos que van desde el traspaso definitivo de los trenes de cercanías a las infraestructuras hidráulicas ante la sequía que padecen algunas comarcas.

El compromiso político de poner en marcha las reuniones técnicas no orilló el referéndum de autodeterminación en el que los nacionalistas catalanes siguen insistiendo. Con todo, la lealtad institucional y la convivencia parece de pronto una realidad más sólida en Cataluña que en Madrid.

Del nuevo modelo de financiación autonómica quiere hablar Sánchez con Feijóo. Se trata de equilibrar ingresos y gastos, de reducir la deuda autonómica con quitas como la ofrecida a Cataluña y, sobre todo, de acortar las desigualdades por habitante para que la geografía no obstaculice la tendencia a eso que llaman “igualdad” y que, de pronto, aunque sea por mor de la amnistía, la derecha acaba de descubrir. A propósito de la palabra, a Sánchez no le resultará difícil convencer a Feijóo de la modificación del artículo 49 de la Constitución para sustituir el término “disminuidos” por otro menos
hiriente para las personas con alguna discapacidad física, psiquica y sensorial. En este sentido tampoco resulta improbable que el PP pueda apoyar la norma para dotar a la sanidad pública de nuevos y mejores servicios de salud mental.

El cara a cara a solas, sin “mediador” en función de secretario de actas, entre Sánchez y Feijóo, posee además la virtualidad de conocer la decisión de Feijóo de participar o no en la renovación parlamentaria del Consejo General del Poder Judicial. Después de cinco años de prórroga, hasta el menos listo entiende que deberían cambiarle el nombre para llamarle ‘Consejo Vitalicio del Poder Judicial’. Claro que con tantos avales de los prebostes de esa cúpula a las posiciones del PP y Vox contra la amnistía a los
encausados del procés catalán, Feijóo, que va de manifa en manifa, preferirá no tocar el asunto y asumir la penúltima recomendación del Vitalicio Guillarte, presidente en funciones de ese organismo en funciones: “¡Déjennos en paz!”.

El jefe de la oposición se encuentra atrapado por sus acuerdos con la ultraderecha desde Castilla y León hasta la Comunidad Valenciana, pasando por La Rioja, Aragón y Extremadura. Está pillado además por la dinámica enloquecida de la presidenta madrileña, muy admirada por Aznar, de marcarle el camino y controlar sus pasos. El discurso de la sandez hiriente para que se fijen en ella no sólo obliga al líder a estar
a la altura de su otrora correligionario y jefe de Vox, sino también de esa mujer que hace malabarismos para figurar como la opositora con más titulares de prensa, radio y televisión contra Sánchez. Así las cosas, vale esperar que a Feijóo le sirva el encuentro para saber si su interlocutor ya ha ido al psicólogo para tratarse de la risa y, de paso, decidir si acepta la comisión de negociación de los grandes asuntos de
futuro que afectan a todos los ciudadanos.

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