Tras un 2023 en el que la economía se ha visto marcada por una creciente inflación que ha desencadenado en una subida generalizada de los tipos de interés y del precio de bienes de primera necesidad tan indispensables como el aceite, las economías familiares españolas encaran 2024 con expectación e incerteza. ¿Seguirá subiendo la cesta de la compra? ¿Se estabilizará el precio de la vivienda? ¿Incrementarán los salarios?

Esta coyuntura económica inestable y con cierta tendencia inflacionaria tiene efectos directos en la economía de las personas. En este sentido, desde Eurostat, oficina estadística de la Comisión Europea, reconocen que en estos dos últimos años (2022-2023) la capacidad de ahorro de los españoles ha disminuido notablemente y se sitúa en niveles similares a la prepandemia. Así pues, a día de hoy, la gestión de la economía personal es todo un desafío y, bajo esta premisa, es imprescindible impulsar una educación financiera que permita a la ciudadanía entender cuál es la mejor manera para manejar de un modo sostenible sus finanzas. Toni Cárdenas, gestor y analista de Caja Ingenieros, apunta que “el sector financiero tiene la responsabilidad de transmitir a la sociedad unos principios de educación financiera que le enseñen a ahorrar y a tomar decisiones que promuevan un bienestar económico y social”.

El 50% de los ingresos deben destinarse a necesidades primarias

Administrar y gestionar correctamente las finanzas personales es el primer paso para lograr cierto nivel de salud financiera. En concreto, la gestión de los gastos es el punto más importante y, sin embargo, es una de las cuestiones que más dificultades presenta. Teniendo en cuenta esta realidad, desde Caja Ingenieros, entidad cooperativa de crédito y servicios financieros y aseguradores, apuntan que la regla del 50/30/20 es uno de los métodos más sencillos que ayuda a ahorrar el 20% de los ingresos anuales.

Esta metodología se basa en un control estricto de los ingresos y los gastos y detalla con precisión qué porcentaje se debe destinar a cada cuestión. Para ello, el primer paso es dividir los gastos en tres categorías y porcentajes: las necesidades primarias deben representar el 50% de los ingresos, los caprichos un 30% y un 20% debe destinarse al ahorro. Una de las claves de este método es la inversión de los principios básicos de las finanzas que, tal y como asegura Cárdenas, “permite a las personas conocer cuál es el dinero real que deben destinar a gastos fijos como la vivienda, la alimentación, los recibos del agua o el colegio de los hijos”. Es decir, gracias a la regla del 50/20/30 es posible conocer con exactitud qué porcentaje de los ingresos deben ser destinados a los gastos imprescindibles para vivir.

Siguiendo esta regla, un 30% del sueldo se puede destinar a gastos diarios o puntuales que son prescindibles y que, en su mayoría, están relacionados con cuestiones de ocio. En esta parcela de gasto es también muy importante tener en cuenta el valor que tiene realizar un consumo responsable. “Todas nuestras compras y transacciones generan un impacto social y ambiental que debemos considerar” explica el experto. En consecuencia, realizar compras conscientes y evitar aquellas que son impulsivas e innecesarias contribuye positivamente a preservar la economía personal y evita aumentar el impacto que las transacciones financieras generan en el planeta.

Finalmente, gracias a esta distribución de los gastos, es posible lograr obtener un ahorro del 20% del salario neto anual. “Conocer el ahorro real que una persona va a tener le permite tener una mayor planificación financiera y establecer metas reales de cara a futuros movimientos u oportunidades de inversión” reconocen desde Caja Ingenieros. En este aspecto, desde la Entidad, que tiene como propósito humanizar las finanzas, ofrecen una atención próxima, personalizada y de calidad que contribuye a cuidar de la salud financiera de sus más de 215.000 socios y socias.