En la primera sesión parlamentaria del año 2024 los líderes de Junts per Catalunya (JxC), la formación derivada de la corrupta Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) de Jordi Pujol y familia, han demostrado que les importa un rábano la gobernabilidad del Estado español. Apoyaron la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno a cambio de la amnistía de quienes contrariaron la
Constitución de 1978 y el Estatuto de Autonomía, pero parece ser que, con mediadores internacionales o sin ellos, no tienen intención de dejarle gobernar.

El PSOE, con toda su buena voluntad integradora y de convivencia en paz, libertad y progreso, mantiene el diálogo y busca soluciones al restablecimiento de la concordia, pero, como dice el dicho, recibe cornada por caricia. Cornadas con los dos cuernos, a cual más patriótico y derechista y emberrechinado, “el nazionalista” español del PP y Vox y el “nazionalista” catalán de JxC.

Las votaciones de los decretos del techo de gasto, previo a la presentación del Presupuesto, y de la prórroga y modificación de las medidas contra la carestía, fueron aprobadas después de un empate que obligó a repetir la votación por llamamiento nominal en un largo pleno del Congreso celebrado en el Senado por obras en el edificio de la Carrera de San Jerónimo, gracias a la decisión final de los jefes de
JxP de ordenar a sus siete diputados que cambiaran el “no” por la “no participación”.

Su grado de compromiso quedó claro. Les trae sin cuidado lo que le pase a la gente, les importan muy poco las necesidades de los ciudadanos, el sufrimiento de los que menos tienen y la paz social y el futuro de este país. Esa acracia interesada de la derecha catalana sirve de nutriente a la derecha española, más patriótica
y abanderada que nunca, para cornear sin pausa al Gobierno de Pedro Sánchez y debilitar al PSOE.

Por si fuera poco, las votaciones del miércoles, 10 de enero, demostraron además que los cinco diputados de Podemos, desgajados de Sumar, están dispuestos a pasar factura a Yolanda Díaz por haber prescindido de Irene Montero y Ione Belarra en el nuevo Gobierno. Su voto en contra del incremento del subsidio a los parados de larga duración parece la demostración más clara de que les importa más la vendeta que la clase trabajadora y laboral a la que reclaman el voto. Se comprende que Podemos, ya sin aquel arrollador Pablo Iglesias al frente, prefiera ser cabeza de ratón a cola de león, pero resulta infumable que voten con la derecha extrema y la extrema derecha en el Parlamento cuando, además, se trata de convalidar medidas sociales.

Lo cierto es que después del rechazo de Podemos al decreto sobre las prestaciones por desempleo, la vicepresidenta Díaz tendrá que averiguar la forma de mejorar los subsidios sin que a Montero y Belarra les parezca fatal.

Esa actitud del grupo de los cinco podemitas desgajados de Sumar augura nuevas
dificultades para aprobar los Presupuestos del Estado. Pero como dijo el que dijo, con esos bueyes hay que arar. Ahora que Montero pide avales para presentarse a diputada europea podrá evaluar si su cosecha mengua o crece como consecuencia de la política fraccionaria que les es propia.

A unos (los Puigdemont y cia) y a otros (Podemos) les convendría recordar la famosa frase del célebre Manuel García El Espartero: “Más cornás da el hambre”.