«Sabemos que es imposible resolver los desafíos que plantean temas como la IA o el clima sin un acuerdo internacional común», aunque también reconoce que la situación geopolítica «muestra que llegar a acuerdos comunes es cada vez más difícil»

«El ejemplo de la estabilidad financiera muestra que todavía hay un apetito significativo por alcanzar acuerdos globales», y que puede ser referencia para otras cuestiones, como la IA, subraya Pablo Hernández de Cos

El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea lleva tiempo analizando las implicaciones para la estabilidad financiera de los desarrollos tecnológicos, y «en los próximos meses» publicará un informe sobre las implicaciones regulatorias y de supervisión.

Muchas cuestiones relacionadas con la IA, si no se gestionan adecuadamente, «pueden cambiar el curso de la historia, no necesariamente para bien». «Si no somos capaces de dar una respuesta global coordinada, se reducirá la probabilidad de encontrar la solución adecuada a estos desafíos», advierte.

El 60% del empleo sufrirá el impacto de la IA

Por otra parte, un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), presentado por su directora gerente, Kristalina Georgieva, avisa que la IA afectará al 40% de los trabajos globales. El impacto en el empleo de las economías desarrolladas será del 60%, 40% en las emergentes y 26% en los países de bajos ingresos.

«Estamos al borde de una revolución tecnológica que podría impulsar la productividad, impulsar el crecimiento global y aumentar los ingresos en todo el mundo. Sin embargo, también podría reemplazar empleos y profundizar la desigualdad», avisa Georgieva.

El informe del FMI resalta que un elemento diferenciador de la IA es su capacidad para afectar a trabajos altamente cualificados, por lo que son las economías avanzadas las que  enfrentan mayores riesgos, pero también las que tienen más oportunidades para aprovechar sus beneficios.

La mitad de los empleos en estos países pueden beneficiarse de la integración de la IA, y de la consiguiente mejora de la productividad. En el caso de la otra mitad, las aplicaciones de IA pueden asumir tareas que actualmente realizan humanos, lo que reduciría la demanda laboral y la contratación, llevaría a salarios más bajos, e incluso a la desaparición de algunos puestos de trabajo.

En los mercados emergentes y los países de bajos ingresos, la IA causará menos perturbaciones inmediatas, pero muchos de estos países no tienen la infraestructura ni la fuerza laboral cualificada para aprovechar los beneficios de la IA, lo que aumenta el riesgo de que con el paso del tiempo esta tecnología pueda empeorar la desigualdad entre las naciones.

La directora gerente del FMI avisa que la IA puede afectar a la desigualdad de ingresos y riqueza dentro de los propios países, ya que puede conducir a una polarización dentro de los tramos de ingresos. El efecto dependerá en gran medida de hasta qué punto la IA complemente a los trabajadores de altos ingresos, puesto que puede conducir a un aumento desproporcionado de sus retribuciones, y, al mismo tiempo, las ganancias en productividad de las empresas que adopten la IA aumentarán su rentabilidad, lo que también puede favorecer a las personas con mayores ingresos.

«En la mayoría de los escenarios, la IA probablemente empeorará la desigualdad general», insiste Kristalina  Georgieva. Por ello, «es crucial que los países establezcan redes integrales de seguridad social y ofrezcan programas de reciclaje para los trabajadores vulnerables».