Un reciente estudio llevado a cabo por un equipo de 26 científicos de diversas instituciones académicas a nivel mundial desafía la percepción común del megalodón, el gigantesco tiburón prehistórico, sugiriendo que era más delgado y posiblemente más largo de lo que se pensaba anteriormente. El estudio, publicado en la revista ‘Palaeontologia Electronica’, cuestiona la imagen tradicional del megalodón como un tiburón redondo y robusto, similar al tiburón blanco moderno, proponiendo que su forma corporal podría haberse asemejado más al tiburón mako.

El megalodón, formalmente conocido como ‘Otodus megalodon’, ha sido retratado en películas de ciencia ficción y novelas como un depredador monstruoso de gran tamaño, con estimaciones previas sugiriendo longitudes de entre 15 y 20 metros. Sin embargo, este tiburón extinto es conocido principalmente por sus dientes y vértebras en el registro fósil.

Los investigadores, liderados por Phillip Sternes de la Universidad de California en Riverside y Kenshu Shimada de la Universidad DePaul, realizaron un minucioso análisis de las vértebras fósiles del megalodón. Descubrieron que, contrariamente a investigaciones anteriores que sugerían una forma redondeada similar al tiburón blanco moderno, el megalodón era más delgado y posiblemente más largo, compartiendo similitudes con el tiburón mako.

Este descubrimiento tiene implicaciones significativas para comprender la ecología y evolución de los ecosistemas marinos de la época, ya que un cuerpo más delgado sugiere un canal digestivo más largo. Según Sternes, esto podría haber permitido una mayor absorción de nutrientes, lo que implicaría que el megalodón no necesitaba alimentarse con tanta frecuencia como se pensaba anteriormente, ejerciendo menos presión de depredación sobre otras criaturas marinas.

El estudio también aborda las teorías sobre la extinción del megalodón. Mientras algunos científicos sugirieron que la disminución de las presas podría haber sido la causa, Sternes propone que la aparición del gran tiburón blanco, posiblemente más ágil y eficiente como depredador, podría haber desencadenado una competencia por los alimentos, contribuyendo a la extinción del megalodón.

Resaltan la necesidad de más estudios sobre este animal

Aunque este avance científico proporciona una nueva perspectiva sobre la morfología del megalodón, los científicos destacan la necesidad de descubrir esqueletos más completos en el registro fósil para obtener una comprensión más completa de esta fascinante especie extinta. Este descubrimiento no solo redefine la imagen del megalodón, sino que también despierta la curiosidad sobre su estilo de vida y las circunstancias que llevaron a su desaparición.

En palabras de Shimada, «Ahora que sabemos que era un tiburón más delgado, necesitamos volver a investigar su estilo de vida, cómo vivía realmente y qué causó su muerte». Este estudio, por lo tanto, marca un punto de partida para futuras investigaciones y la continua exploración de la fascinante historia del megalodón.