…y si la política estuviera en manos de la ciudadanía?

29/01/2024

David Casarejos.

En las ultimas horas hemos escuchado como Lilith Verstrynge ha renunciado a su
escaño y parece ser que abandona la actividad política.

Estas noticias suelen ser sorprendentes y más aun si vienen de diputadas jóvenes a
las que les quedaría por delante unas cuantas décadas de trabajo solucionado y
bien pagado.

Sale de un partido que cuando nació estaba formado por una lista de desconocidos
para la gran parte de la población y parecía que una de las reglas no escritas era la
rotación de los cargos y una impresión de que no venían a perpetuarse en puestos
encadenados de por vida.

Muchas y muchos de los miembros fundadores salieron del partido poco a poco, y
este goteo quizás se incremente ante las perspectivas de futuro que gran parte de
sus miembros electos puedan prever de un partido político que se creó a partir de
un movimiento ciudadano y que venía a cambiar las maneras de trabajar de los
partidos tradicionales.

Los partidos tradicionales no nos ofrecen una rotación de cargos y la inclusión de
nuevas caras en sus listas de la manera que Podemos ha ofrecido, y quizás la caída
de este partido haya venido acelerada por una falta de nuevos lideres que lleguen
sin la mochila de haber estado en una cúpula de un partido que ya puede ser
considerado “tradicional” tras haber copiado estructuras y maneras que venían a
cambiar.

Ciertamente la falta de nuevos liderazgos, con gente que llegue nueva a la política
es frenada sin ninguna duda por las primarias, elecciones a dedo y otras formas de
decidir sus listas que están obsoletas y que solo varían en el caso de poder llegar al
gobierno…en el gobierno ya hay posibilidad de elegir a gente independiente o a
personas que nunca pasaron por la necesidad de trepar dentro de un partido
político, y sus experiencias y currículos avalan su elección en puestos de mando. En
ocasiones hemos podido ver a personas destacadas en la sociedad civil ocupando
cargos de mando sin tener que jurar lealtades ni haber estado afiliados a ninguna
formación política.

La sociedad en la actualidad está dejando de lado el activismo y cada vez es más
difícil lograr que la gente se implique en movimientos que podrían ayudar a construir
una sociedad mejor…se critica a los políticos, a las instituciones, a la inercia y la
falta de ideas, pero se hace desde un sofá sin intentar aportar nada para mejorar lo
que tenemos.

No hay una única razón por la cual el activismo este en declive, pero si hay algunos
factores generales que podrían contribuir a esta pérdida de interés en ciertos
contextos. Algunas posibles razones incluyen:

  • La primera razón podría ser una fatiga del activismo. Participar en actividades activistas puede ser emocional y físicamente agotador. Las personas pueden experimentar fatiga o desgaste debido a la constante lucha por cambios sociales, especialmente si los resultados no son inmediatos o visibles. La falta de resultados perceptibles también hace que muchos movimientos desesperen y pierdan militancia tras desilusionarse. Si los esfuerzos activistas no
    producen cambios tangibles o si los objetivos parecen inalcanzables, las personas pueden perder la motivación para continuar.
  • Represión gubernamental o falta de apoyo por la sociedad y los medios. En algunos lugares, la represión gubernamental puede desalentar a las personas a participar en actividades activistas por temor a represalias, y ciertos movimientos que han sido objeto de presión por parte de medios mayoritarios pueden perder un atractivo que antes poseían si su objetivo se ve lejano y los apoyos escasean. En muchos movimientos activistas se han llegado a experimentar divisiones
    internas, disputas ideológicas o falta de cohesión, y ello ha hecho que su impacto se debilite y se pierda la capacidad para generar cambio.
  • Otro factor que puede afectar el nivel de implicación en el activismo o voluntariado es el cambio de prioridades de las personas y la sociedad en general con el tiempo. Cuando la necesidad del cambio que anteriormente se antojaba necesario se desvanece y llegan otros problemas urgentes o cambios en la percepción pública, el activismo pierde relevancia.
    Asimismo, cuando se ha llegado a tocar el poder o a ser parte de la toma de
    decisiones y no se consiguen los objetivos que se esperaban lograr desde esa
    posición llega el desencanto con las instituciones…y si las personas pierden la fe en las instituciones gubernamentales o en las estructuras existentes, se vuelven
    escépticas sobre la efectividad del activismo como medio para generar cambios
    significativos.
    En la era de la información, la saturación de noticias y eventos puede hacer que
    algunas causas activistas pierdan visibilidad en medio de la sobrecarga de
    información. En 2023 los problemas que afrontamos parecen haberse multiplicado y a la amenaza de gobiernos radicales y economías en problemas hemos de añadir la causa climática a la que llegamos tarde y sus consecuencias empezamos a pagar.
    Es importante destacar que el activismo puede experimentar fluctuaciones, y el
    declive en un momento o lugar no necesariamente significa que esté ocurriendo a
    nivel global…quizás España necesita un nuevo 15 M que detone una necesidad de retomar esas ganas de hace una década, con una lección aprendida de los errores cometidos. Los movimientos activistas pueden resurgir y evolucionar en respuesta a nuevas circunstancias o desafíos.

La pérdida de interés en la política no puede ir de la mano de una desidia
generalizada y esperar que alguien solucione los problemas por nosotras y
nosotros.

Somos piezas del puzle y somos parte, tanto del problema como de la solución, y la
implicación en movimientos, asociaciones, partidos o sindicatos puede llevarnos a
encontrar nuevas soluciones, en vez de dejar que una clase política que ha
demostrado en muchos casos ser inútil e inoperante, continúe decidiendo por todas
y todos nosotros y siguiendo el mismo guion que nos ha traído hasta una situación
de crisis continua y falta de esperanza.

De la mano tenemos podemos cambiar el rumbo a través de la participación activa
en las decisiones.

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