Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad, indica que “nuestro escenario para Alemania en 2024, aunque no es particularmente bueno, sí es más positivo que el vivido en 2023”. “Contemplamos un crecimiento exiguo, pero positivo del 0,3% para este ejercicio y del 1,4% en 2025, que vendría dado por las manufacturas y en línea con un entorno más favorable de tipos, con una inflación más contenida, y con mejoras de la capacidad de financiación de las empresas. Los últimos datos publicados del índice ZEW sugieren este mayor optimismo, partiendo de un sentimiento en general y, sobre todo, en el sector servicios de la situación actual realmente complicado”, explica.
“Alemania sigue siendo uno de los países de Europa (y del mundo) con mayor dedicación a inversión I+D+I. Ello supone un punto de partida muy importante para reafirmar el liderazgo de su economía en el ámbito global”, prosigue el experto. “La mejora de macroeconómica germana se vería favorecida no solo por las causas mencionadas (inflación y tipos) sino también por una mejora del contexto internacional, que permita unas redes más fluidas de movimiento de bienes y servicios. Éste es un tema muy sensible, por otra parte, a la coyuntura geopolítica y, de manera especial, a las elecciones estadounidenses de noviembre, en la medida que el resultado de los comicios pueda suponer un mayor aislacionismo comercial de EEUU y/o un mayor enfrentamiento comercial con China”, rubrica Pedro del Pozo.
En 2023, la economía alemana “se contrajo un 0,3% en 2023, entrando realmente en una recesión de tipo técnico”, indica el experto, que señala que, “en líneas generales, fueron los sectores ligados a las manufacturas los que contribuyeron de manera especial a obtener este negativo resultado en el año. La industria alemana se ha visto penalizada, en primer lugar y por encima de todo, por los costes de la energía y su incapacidad para diversificar sus fuentes de abastecimiento (algo que, por ejemplo, sí ha conseguido, en mayor grado, España). Además, el conjunto económico mundial, singularmente en países emergentes, ha penalizado las exportaciones de bienes alemanes, contribuyendo a este deterioro”, explica. Subraya, asimismo, que “a pesar de que el gobierno ha tomado medidas de apoyo a su industria, su dependencia de relativamente pocos sectores (motor, transporte y maquinaria esencialmente) magnifican el efecto de arrastre sobre las manufacturas”.
“Toda esta base negativa se ve incrementada por un contagio cada vez más evidente al consumo, cuyo impacto podría verse incrementado por políticas restrictivas de gasto público”, avisa Del Pozo. “De hecho, el último informe del PMI de la Eurozona sugiere una cierta recuperación de la industria frente a la ralentización de los servicios”, resalta.
LFDE: la situación seguirá siendo compleja en los próximos años
Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Echiquier (LFDE), destaca que, con un PIB que se contrajo un 0,3 % en 2023 –la peor lectura de crecimiento desde 2009, exceptuando el COVID–, «la economía alemana parece estar en un mal momento». Dos áreas de la economía se ven especialmente afectadas:
- En primer lugar, el sector inmobiliario. En Alemania se ha venido gestando una burbuja inmobiliaria durante la última década. Desde finales de 2013 y ante la escasez estructural de vivienda, agravada desde 2015 por la afluencia de inmigrantes, el precio medio de la vivienda de segunda mano ha llegado a aumentar más del 100 % –frente a un 20-25 % en España y Francia– a mediados de 2022. Desde entonces, a resultas de la fuerte subida de los tipos de interés y la ralentización económica, los precios han caído más de un 15 %. Esta espiral ha afectado, por extensión, al sector de la construcción, que registra uno de los peores descensos de actividad de su historia, lo que ha traído consigo las primeras quiebras entre las promotoras inmobiliarias.
- Después, el sector industrial. El motor de la economía alemana ha acusado el fuerte encarecimiento de la energía, acentuado por el mix energético de gas y carbón de Alemania, y la caída de la demanda mundial, sobre todo china. Durante los dos últimos años, los pedidos industriales han descendido a su ritmo más elevado –exceptuando el periodo del COVID– desde la crisis de 2008.
Estos factores han lastrado el consumo de los hogares, hasta el punto de que actualmente las ventas minoristas son inferiores en volumen a los niveles anteriores al COVID. Esto comienza a hacer mella también en la tasa de desempleo, que está experimentando una tendencia al alza en Alemania. Así pues, no se prevé una mejora a corto plazo, máxime cuando los recortes presupuestarios de cara a 2024 que ha anunciado recientemente el Gobierno germano deberían sustanciarse en la cancelación de determinadas inversiones –sobre todo en transición energética– que habrían podido dar apoyo al sector industrial.
«Aunque cabe esperar que la situación empiece a mejorar en el segundo semestre de 2024, la tendencia debería seguir siendo compleja durante los próximos años, habida cuenta del mix energético ineficiente y la caída estructural de la demanda mundial vinculada al fenómeno de la desglobalización, donde destaca una China que importará menos productos alemanes», advierte.
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